Lo dijo este sábado Giovanni Maria Vian, el director de «L´Osser- vatore Romano», tras el discurso de Benedicto XVI en la vigilia de Sidney: «Ha sido uno de los más bellos del pontificado». Pero es que cualquiera de los discursos que ha pronunciado durante su estancia en Australia merecería esta alabanza. El Papa no se ha ido a las antípodas a regalar los oídos de los jóvenes. Está cerca de ellos sin caer en colegueos innecesarios; les ha exigido porque les quiere, sin pretender ganárselos con bagatelas, y ha demostrado que, por encima del «Gran Hermano» y el botellón, los jóvenes tienen suficiente sesera para reflexionar y adoptar opciones firmes en sus vidas. Les ha retado: «No tengáis miedo a decir “sí” a Jesús, a encontrar vuestra alegría en hacer su voluntad, dándoos por completo en la búsqueda de la santidad y usando vuestros talentos al servicio de otros». Les ha iluminado y ensanchado los horizontes: «La Iglesia necesita vuestra fe, vuestro idealismo y vuestra generosidad». Les ha espoleado: «Sostened vuestra fe mediante la oración y alimentadla con los sacramentos». Les ha pellizcado en su orgullo propio de juventud: «La vida no es un simple acumular, y es mucho más que el simple éxito». Y les ha lanzado: «Si acogéis la fuerza del Espíritu Santo, podréis transformar las naciones». Ojalá que los jóvenes acojan estas perlas del Papa.