En mi experiencia como profesor de Religión (en estos momentos no ejerzo a mi pesar)  me tocaba explicar casi siempre por qué la Iglesia no considera lícito el uso de anticonceptivos, bien porque así aparecía en el programa o bien, principalmente, porque los chavales lo preguntaban.

Pero además sobre estos, y en concreto sobre el preservativo, se abría otra cuestión: la prevención del SIDA y las demás enfermedades de transmisión sexual (ETS´s como se abrevia ahora).

De mi amor por la ciencia y de aquella maravillosa asignatura que estudié en la facultad y de la que guardo tan grato recuerdo, Filosofía de la Ciencia, hace ya mucho tiempo que descubrí la diferencia entre la objetividad y verdad de la ciencia y la subjetividad e incluso en ocasiones las mentiras de muchos científicos.

Recuerdo por ejemplo los científicos nazis que justificaban las tesis racistas de Hitler. Eran realmente científicos brillantes, médicos y físicos de una gran preparación, pero eran antes nazis que científicos y retorcían sus conocimientos técnicos supeditándolos a su ideología política.

Hoy mismo me sigue sorprendiendo y doliendo (¡y cómo!) los médicos abortistas, que obvian todos sus conocimientos sobre desarrollo fetal o las más mínimas bases de la genética por participar de un sangriento y tan lucrativo negocio.

 

De igual manera hoy escucho una frase elevada a la categoría de axioma a base de repetirla, probablemente siguiendo la táctica del ministro de propaganda nazi Goebbles que afirmaba que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad: Como el Sida se transmite por vía sexual, el condón frena esa transmisión y la Iglesia prohíbe el uso del condón, concluimos que la Iglesia es por tanto la responsable de cientos de miles de muertes producidas por esta enfermedad.

Y lo peor de todo, volviendo a la subjetividad de los científicos, es que a semejante estupidez se adhirió todo un premio Nóbel en una conferencia pronunciada en la Universidad de Valencia... juro que se me cayó el alma a los pies... ¡hasta los premios Nóbel llega la sinrazón más absoluta!. De todas maneras, aunque me parece obvia la estupidez de la frase, me veo en la “obligación” de explicarla en estas líneas.

Para empezar es evidente que la Iglesia no es ningún juez ni ningún gobierno para prohibir nada. La Iglesia, desde su fe, ilumina la moral y define que comportamientos son lícitos o no. Luego cada persona podrá en su libertad seguir dichas indicaciones o no. Se supone que los creyentes así lo haremos (aunque ese es otro tema) y los no creyentes podrán hacerlo o no.

Pero lo gracioso (si se puede decir así) es que la Iglesia no se limita a considerar ilícito el uso de los métodos artificiales de anticoncepción, si no que igualmente lo hace con toda relación sexual extramatrimonial, sea adulterio, relaciones previas, promiscuidad, prostitución, pornografía, contactos con personas del mismo sexo, masturbación, cualquier tipo de perversiones... y cómo no, violaciones y abusos.

Por tanto, en el supuesto hipotético que la totalidad de la humanidad viviera su sexualidad conforme a las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia no existirían las ETS´s. Dicho de otra manera, si yo me lo monto con mi señora y sólo con ella y viceversa, tal como me enseña la Iglesia, no hay ninguna posibilidad de contagio por vía exclusivamente sexual. Y si toda la humanidad se comportara de esta manera, las ETS´s desaparecerían rapidísimamente o, mejor dicho, nunca se habrían producido.

Existen además datos estadísticos que lo corroboran. Las políticas de reparto de preservativos a mansalva no han conseguido ningún resultado significativo en el freno del SIDA, sin embargo, en algunos países centroafricanos que han hecho campaña por la “fidelidad conyugal” y desde criterios puramente sanitarios y no morales, los resultados han sido muchísimo más satisfactorios.

Pero volviendo al razonamiento de marras, culpar a la Iglesia del avance del SIDA por “prohibir” el uso del preservativo equivale a suponer que hay gente que le pondrá los cuernos a su señora o que se irá de putas pero eso sí, “a pelo” por que los curas han dicho que el condón es malo. Como si del adulterio o la prostitución no hubiesen dicho nada o incluso los hubiesen recomendado cono ejercicio anti-stress... ¿A alguien le cabe en la cabeza semejante estupidez?... o mejor dicho ¿a alguien le cabe en la cabeza que semejante estupidez le quepa en la cabeza a personas inteligentes, con conocimientos científicos e incluso premios Nóbel?

A Benedicto XVI le liaron una muy grande (que atrevida es la ignorancia) cuando comentó que el uso del preservativo se podría entender en el caso de una prostituta, porque lo grave en este caso no es el preservativo, sino el ejercicio de la prostitución y sus consecuencias.

A mis alumnos para explicarles esto les hago una especie de cuento: Un periodista le pregunta al cura del pueblo, -¿Padre, es bueno que me ponga condón si me voy de putas? - Hijo mío, no sólo es bueno, es necesario, lo que es malo es que te vayas de putas. Y al día siguiente el periodista publica en primera plana “Sacerdote considera bueno y necesario el uso del preservativo en algunos casos”.

Recuerdo una anécdota que pudiera resultar significativa. Unas monjitas misioneras en una población centroafricana, alarmadas ante los estragos del SIDA entre la población indígena decidieron “con buena intención” desobedecer las enseñanzas del Magisterio y repartir preservativos entre los varones. Estos, con una lógica distinta a la occidental, entienden la consecuencia inmediata de un hecho (si estoy bajo la lluvia sin paraguas, acabo mojado) pero no tienen el concepto de “consecuencia remota” y no entienden que la enfermedad que me ha aparecido hoy es la consecuencia de una visita que hice al prostíbulo hace medio año.

Por tanto ninguno utilizó los condones en sus relaciones, puesto que además les restaban placer (por mucho que los señores de Durex se empeñen en decir lo contrario) pero descubrieron la resistencia y elasticidad del látex y los usaron... para transportar agua, ¡hasta dos litros era capaz de aguantar un condón!. Con esto las monjitas estuvieron a punto de crear una intoxicación a gran escala puesto que los lubricantes y espermicidas con los que se rocían los preservativos pueden ser  altamente tóxicos si se ingieren.