Jaén: sus pueblos, sus costumbres, sus campos… (7ª entrega)

El Beato Manuel Lozano Garrido toma su pluma muchas veces en su vida para hablar de la Provincia de Jaén. La siente en lo profundo; desea para ella un resurgir humano, económico, espiritual… Valora sus costumbres y su arte. Pero descubre también sus posibilidades ocultas de mayor desarrollo. Es periodista que pisa el suelo, a pesar de no bajarse nunca de su sillón de ruedas. Palpa con sus manos inmóviles la realidad muchas veces dura de sus comprovincianos; ve  en su ceguera las alegrías y los dolores de los giennenses… Deja constancia de ello en muchos de sus artículos. En esta séptima entrega, que hoy te presento, Lolo habla de los hermanos Senise, famosos miniaturistas de esta ciudad de Jaén.

Cómprese una Catedral

Y escuche el Ángelus en campanillas

El obradoiro tallado con lupa

La gracia de una vidriera cabe en una caja de cerillas

Manuel Lozano Garrido

Fue ante una de nuestras prodigiosas catedrales. Callados el uno junto al otro, los dos hermanos seguían el centelleo del sol sobre la piedra, el bronce o la imagen cromada de las vidrieras. De pronto uno de ellos susurró:

—Adivino lo que sueñas: te hubiera gustado ser el autor de esta maravilla.

—¿Y por qué ha de ser un sueño? Tú y yo podríamos repetir el milagro. Y lo haremos, ¡No faltaba más!

VOCACIÓN EN MINIATURA

Más de diez catedrales y una larga relación de obras meritísimas cuentan hoy en su haber los hermanos Senise Colmenero, de Jaén, no obstante su decidida juventud -veintinueve y veintisiete años, respectivamente-.

Santiago, Toledo, Burgos, Barcelona, Tarragona, Sevilla, Jaén, Nueva York… han repetido el portento de su piedra florecida en el pulso de dos muchachos que un día posaron en ellas sus pupilas con asombro. A una vocación se la puede obstaculizar hasta el paroxismo, pero jamás podrá ser doblegada si en su raíz palpita el germen de lo auténtico. Concretamente en este caso, desde las colosales agujas que en las plazas dormidas elevan su pátina hasta los minúsculos campanarios de una miniatura no había otra distancia que la de la medida, y quedaban en pie las ansias creadoras.

RELOJEROS Y GRABADORES

Hijos de joyeros y nacidos entre las minucias de la relojería y el tintineo de la plata, la lente fue el vehículo inmediato para la llamada de la arquitectura. La ocasión la dio un simple concurso de provincias. Sus caras estrenaban entonces la pelusilla anárquica de la adolescencia.

—Presentábamos un barco de corcho. Cuando llegamos hasta el jurado para recibir el primer premio, un señor nos preguntó el precio que pondríamos para la venta. Ocurrió que la emoción y esas cosillas nos hicieron entender la cifra a que ascendían  los materiales, y tuvimos que dar por treinta y cinco pesetas lo que ya se nos gratificaba con cien.

—¿Y después?

—La tentación a la catedral apuntó allí mismo.

—Aparte la dificultad actual para hacerla a su tamaño, ¿Qué otra cosa os impidió afrontar la gran arquitectura?

—Simples razones económicas. El taller familiar apremiaba, y hubo que apegarse a su exigencia.

—¿Qué características tienen vuestras maquetas?

—Son reproducciones precisas y a escalas 1:100 realizadas en corcho, metal y plástico. Las torres, por ejemplo, vienen a tener de ochenta a noventa centímetros de altura. Para las vidrieras usamos un cristal especial, que nos permite la fidelidad cromática, y el tañido de las campanas se alcanza con la plata de la joyería.

—¿Hasta qué punto llegáis en la exactitud?

—Las vidrieras apenas si alcanzan el tamaño de una caja de cerillas, y, sin embargo, precisa la meticulosidad de la copla. A la cadena de bronce que rodea la catedral de Sevilla corresponden unos eslabones apenas  milimétricos.

—¿Cómo se gesta un trabajo de esta magnitud?

—Para hacer la catedral de Barcelona, pongamos por caso, tuvimos que desplazarnos allá a tomar infinitas medidas, apuntes y no escasas fotografías. Luego hicimos el plano, y, al fin, nos llevó cuatro meses de trabajo.

MILES DE PIEZAS

—¿Es posible?

—Tenga en cuenta que se manipularon cuarenta mil piezas, algunas como cabezas de alfiler.

—¿Y en las demás?

—La de Santiago cuenta treinta y cinco mil, y mil seiscientas ochenta horas de trabajo. La de Sevilla, cinco mil y tres semanas, respectivamente. Y así por el estilo.

—¿Qué otras reproducciones tenéis al margen?

—Maquetas navales como las del “Canarias”, “Cervera”, “Elcano”, “la “Santa María”. También portaaviones, alguno con catorce kilómetros de radio de acción.

—¿Qué valoración artística tienen las catedrales?

—Deduzca. Hemos figurado en la Bienal como invitados de honor, y también en la Nacional. Asimismo en el mercado Nacional de Artesanía.

—¿Y material?

—La maqueta de la de Santiago nos la aseguraron en la Bienal en veinticinco mil pesetas.

GALARDONES

—¿Premios?

—Uno internacional, otro nacional, regionales y un sinfín de provinciales.

—¿Destino de algunas obras?

—La catedral de Toledo la tiene el Primado; Santiago, el Jefe del Estado; la de Barcelona se le ofreció al Cardenal legado durante el Congreso; Tarragona, su Metropolitano…Hacemos los juguetes para los nietos del Generalísimo.

—¿Proyectos?

—El de una exposición que reúna cierto número de nuestros lienzos, grabados sobre  metal y dibujos—miniaturas. También el de reproducir la catedral de San Pedro, en el Vaticano.

—¿Este último lo abordaréis pronto?

—Hay un obstáculo; necesitamos unas bolsas de viaje. Por lo demás, lo estamos deseando.

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