Llega de nuevo, está a la puerta, llama a las conciencias libres, un nuevo tiempo litúrgico: el Adviento. Los cuatro domingos que nos ofrece la liturgia de la Iglesia como pórtico para celebrar la Navidad. La vida es Adviento, es decir, espera y llegada. Espera que hemos de convertir siempre en esperanza; llegada de Alguien que nos ama con locura. Todos, Señor, todos esperamos. Pero, ¿te esperamos a Ti? He aqui un puñado de palabras que pueden ayudarnos a vivir el Adviento.

Adviento: Tiempo litúrgico de preparación para la Navidad, pero Adviento es todo el tiempo de la Iglesia, cada dia en la vida de los fieles, ya que vivimos esperando a Cristo, deseando a Cristo, amando a Cristo.
Corona de Adviento: se trata de un soporte, con un aro de alambre o madera, revestido de ramas vegetales o de musgo: una corona trenzada de un verde que se conserve tal, como el del abeto, sin flores. Sobre ella, se colocan cuatro velas nuevas, de color variado. Cada domingo se enciende una vela. Se trata de ir creando una actitud de espera, con su juego numérico, con el simbolismo de la luz y el verde, y con una aproximación gradual que invita a preparse a la venida de Cristo.
Invitación: la Iglesia nos invita a revisar nuestro corazón: ¿está lastrado por la rutina o estamos abiertos a la novedad, a la esperanza?

Futuro: Las lecturasdel comienzo de Adviento son desconcertantes porque hablan del futuro. No se trata de hacer predicciones, ni de meter miedo. El futuro es Dios, y nosotros tenemos futuro porque estamos en las manos de Dios.

Esperanza: vive con esperanza. Sueña con ese haz misterioso que, con el rostro de un Niño, unirá el cielo con la tierra.

Posada: San Juan de Ávila escribe a una señora en tiempo de Adviento y hace esta pregunta: "Estamos ocupados en aparejar posada al huésped que nos va a venir?".

Consejo del Apóstol de Andalucía: "Coja y recoja su amor y asiéntelo en Dios quien quisiera alcanzar a Dios".