"La oración de la mañana es una renovación desde Dios. Cuando el hombre despierta del oscuro sueño a la luminosa existencia, sucede algo parecido a lo que pasó cuando el Señor le creó. El sueño le ha reconfortado; con mirada clara pone la vista en Dios y nota qué grande es Él. Renueva su fidelidad al Señor y acomete con un corazón alegre la tarea que le espera esa jornada: "Señor, aquí me tienes. Procedo de Ti; Tú me has creado. Te adoro con toda mi alma. Quiero vivir para cumplir la misión que me has dado. Atraviésame con tu gracia. Me has creado; vuelve a crearme de nuevo. Llama a mis capacidades y ponlas a tu servicio. Haz que sea para bien cuanto yo haga hoy. Concédeme que este día te complazca, para que hoy por la noche se pueda decir de él lo mismo que de cada día de tu creación: "y vio Dios que era bueno"".

De Romano Guardini,
en Cartas sobre la formación de sí mismo