“Cuando el silencio habla, la vida se transforma”

P. Manuel  Fernández Márquez

 

            En una ocasión supe que orar es respirar el Santo Silencio de Dios en mí. Hace años –muchos años- escribí estas pobres líneas. Deseo compartirlas.

 

 En los ojos del hermano, silencio.

En el aire que respiro, silencio.

En las manos entrelazadas del anciano, silencio.

En la luz que me abraza, silencio.

Silencio en la vida y en la muerte. Siempre silencio.

Silencio en la palabra bien dicha,

silencio en el arrullo de los enamorados.

Silencio en el silencio, para que me hable el silencio.

Amar en silencio.

Caminar en silencio.

Sufrir en silencio.

Porque en los ojos del hermano, Cristo.

Y Cristo también en el aire que respiro

y en la luz que me abraza.

Siempre Cristo:

en la vida y en la muerte,

en el amor de los enamorados

y, sobre todo, Cristo en mi silencio,

pues es Él Señor del silencio.

 

         Un saludo