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EVANGELIO

¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41

Aquel día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.
Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
«¡Silencio, enmudece!»
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?»
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Palabra del Señor.

Qué puedo y qué puede.

Cuando se nos envía a una misión del Señor, la mayoría de nosotros no nos sentimos dignos ni capaces. Pero luego, tengo el riesgo de apoderarme de la acción que Dios ha realizado a través de mí.
Por eso, el Señor, de vez en cuando se hace el dormido, hasta incluso que parezca que todo se va a pique, para ponernos en esa verdad de que todo bien procede de Él, y no podemos apoderarnos de Su obra. Así tomo conciencia de qué puedo yo y qué puede Él. Esto es la humildad.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Rocio: (Charlando mientras cenan) Ay Paco. Tengo una angustia... Me pongo a pensar y me voy acordando de todo lo que tenemos por hacer. Me cuesta conciliar el sueño por las noches.
Paco: Tranquila Rocío. Dios no nos puede pedir algo que Él no nos dé la gracia para cumplir.
Rocío: Ya, lo que decía San Agustín: Señor, dame lo que me pides y pídeme lo que quieras. Pero Paco ¿Qué haces metiendo la nariz en el vaso de agua? ¡Lo estás poniendo todo perdido!
Paco: Era para demostrarte que es imposible ahogarse en un vaso de agua. Jajaja. Así que no hace falta que lo intentes.
Rocío: Pues ahora demuéstrame como friegas todo el agua que has tirado, anda, campeón. Jajaja. Pero bueno... Gracias porque tu tontería me ayudará a no olvidarlo. Nuestros problemas son muy pequeños al lado del poder de Dios.
Paco: ¡Esa es mi Rocío! La más grande.

Madre,

El Rey del universo y tú, la Reina, camináis con nosotros. Es todo lo que necesitamos. Gracias Señor, gracias Madre.