La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) ha lanzado una campaña para reivindicar el recuerdo de las numerosas personas que murieron por su fe y sus creencias durante los años espantosos de la II República y de la Guerra Civil, cuyo lema reza: “España es el país donde más personas han muerto perdonando a sus verdugos”.

            Más allá del acierto y la oportunidad de la campaña en sí, así como del reconocimiento de la valentía de la ACdP en promover campaña tal en los tiempos duros que corren de ocultación de la verdad histórica y de atentados contra la libertad de pensamiento, expresión y cátedra perpetrados desde el poder, debe quedar bien claro el desacierto en la elección por la ACdP en la elección del lema.

            No son “sus verdugos”.

            El verdugo, más o menos legítimo, tiene un título legal, un aval y una “auctoritas” para acabar con la vida del reo, que, con justicia o sin ella, ha sido considerado en un juicio un delincuente por haber cometido un hecho considerado delito por la Ley.

            Son sus asesinos.

            Los cristianos asesinados durante la II República por los milicianos republicanos, y como ellos tantos que lo fueron a causa de sus creencias o de su profesión, no eran delincuentes: no habían cometido ningún delito, no habían violado ninguna ley, ni fueron juzgados de acuerdo con la Ley.

            Los que los mataron no son sus verdugos, son sus asesinos.

            Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.