Soy un fan de Mónica Naranjo, lo confieso. Lo soy desde que con la mitad del pelo tintado de blanco y la otra mitad del pelo tintado de negro, la oí cantar por primera vez con esa voz portentosa sin igual. ¿O debería decir esas voces? Porque Mónica es capaz de cantar con tres o cuatro voces diferentes. Me da la impresión de que Shakira tiene algo de ella. Pero Mónica es mejor. Tengo aún un casette, sí señores un casette, ¿guardan Vds. algún casette todavía?, que pongo en el coche cada vez que mi hija, en cualquier viaje, me lo pide de esa manera tan suya en la que piden los niños de hoy, que más que pedir, parece que ordenan.
 
            Por mucho que la admire como cantante, poco es lo que sé de su vida privada. Por no saber, ni que tenía un hijo sabía. Pues bien, Mónica ha declarado: “Nos engañaron con la emancipación femenina”.
 
            No es lo único que ha dicho. Ha dicho aún más cosas. “Ser ama de casa es lo más”. Y aún ha añadido: “como lo fue mi madre”. También me apetece ir a mi casa a estar con mi hijo. Caminar en chándal con mi hijo y mis perros por el campo, con esas botazas, es algo que no tiene precio”.
 
            De su trabajo dice: “Esto es un trabajo, hace tiempo que dejó de ser una carrera sin fondo”. Y de sí misma esto: “Mi personaje público tiene muchos tics de diva, pero no es así en mi día a día, porque llevar el personaje a casa no es sano”.
 
            Mónica Naranjo con esa imagen que exhuda modernismo y progresía por los cien mil poros de su cuerpo, fue un día -y no creo que haya dejado de serlo-, el gran ídolo del mundo gay. El diario gratuito 20 minutos de fecha 30 de junio de 2009 realizó una encuesta para determinar quien era el gran icono de los gay españoles. Ganó de calle Mónica. Muy por delante de personajes como Jesús Vázquez, Alaska, Miguel Bosé o Boris Izaguirre. Desconozco la razón de la elección. Creo que tiene que ver con una de sus canciones llamada “Sobreviviré”, por cierto, no de las mejores, pero bien podría ser otra diferente. Como he dicho, es poco lo que conozco de Mónica más allá de su portentosa voz que anima mis viajes y calma el desasosiego de mi hija. Ahora sé también que, malgrais tout, es de las que piensa que las “engañaron con la emancipación femenina”. ¿Se lo pueden creer?
 
 
 
 
 
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