Hace unos días me dijo uno:

- ¿Te acuerdas de fulanito? … pues tiene un hermano que es “un santo”.
- Ah sí … ¿por qué?
- ¡Que por qué…! – se extrañó – Pues … fíjate se ha ido a Burkina Faso y está  allí atendiendo  a gente que se está muriendo de hambre.
- Vale... pero ¿por qué dices que es un santo? Es uno que se ha DEDICADO A LOS POBRES.
- Bueno ya… pero es que el tío se ha entregado por entero a eso.
- Quieres decir que es uno que se dedica  POR ENTERO… a los pobres…
- Que quieres que te diga…, para mí que eso es ser cristiano...¿no?
- Pues va a ser que no.

¡¿Ser cristiano dedicarse a los pobres?!

Y por qué no a los ricos, a los niños, a los intelectuales…  o a los gordos (por poner ejemplos de distintas circunstancias económicas, sociales, físicas o mentales)

No se es cristiano por hacer menos pobres a los pobres o más instruidos a los analfabetos, o más sanos a los enfermos.

Para que no se me interprete mal, y volviendo al caso que mencionaba: fulanito será un santo si ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas… lo demás estará en función de eso, con los ricos o con los pobres, con los sabios o con los necios.

Y nuestra querida y católica Iglesia no es la “Iglesia de los pobres”, es la Iglesia ¡de los cristianos!... de los que aman a Cristo.

Porthos