Todo gran acontecimiento necesita una gran preparación, ya que, en gran medida, de ello depende el éxito del acontecimiento.

Ese es el motivo de la Cuaresma, preparar un gran acontecimiento. No es un capricho de la Iglesia sino una necesidad, ya que sin preparación, la Semana Santa corre riesgo de pasar por nuestras vidas sin pena ni gloria. Y eso sería imperdonable.

El Papa nos ha propuesto para esta Cuaresma que destaquemos el ayuno (no sólo considerado como no comer), la limosna y la oración. Y no puede estar más acertado. Desde luego nosotros, los Mosqueteros, lo hacemos, y para recordarlo mejor las llamamos, y así os lo proponemos, como “Las tres Intensificaciones” de Cuaresma.

En primer lugar, intensificar el ayuno, no sólo de alimento.  Privarse de algo porque sí no sirve de nada, pero hacerlo porque creemos en Dios y porque queremos prepararnos para celebrar su Resurrección, es un pequeño gran acto de fe. Hay muchas cosas donde elegir. Por ejemplo, nosotros tres tenemos la costumbre de no ver en Cuaresma televisión en directo. Si vemos algo, es en DVD o grabado. Además tiene un efecto desintoxicador muy saludable y desarrolla la volundad.

En segundo lugar, intensificar las obras de misericordia. La limosna, especialmente necesaria estos días, es sin duda una gran obra de caridad. Además hay otras formas de misericordia “materiales”, como son la hospitalidad y socorrer necesidades. Y otras “espirituales” como rezar por vivos y difuntos, evangelizar y alentar.

Y en tercer lugar, intensificar la oración y también las prácticas de piedad: la visita al Santísimo, el rezo del Rosario, u otras, según la conveniencia de cada uno. Y también la confesión.

Por último, Cuaresma es una buena época para intensificar nuestra instrucción en Cristianismo (y ved que decimos intensificar, porque hay que instruirse siempre, no sólo es Cuaresma). Aquí hablamos de la lectura espiritual, conferencias, artículos, libros, etc.

Cada día de estos cuarenta de Cuaresma debemos preguntarnos si hemos practicado “Las tres Intensificaciones”: ayuno (o pequeñas mortificaciones), obras de misericordia (materiales y espirituales) y oración (prácticas de piedad); y además la instrucción. Y todo ello para prepararnos para aprovechar la Semana Santa, y así amar más a Dios, de forma que una vez terminada podamos responder SÍ a la pregunta de:

He pasado por la Semana Santa pero ¿la Semana Santa ha pasado por mí?

Athos, Porthos y Aramis