Ramón Jáuregui, ministro de la Presidencia y uno de los impulsores del autodenominado grupo "Cristianos Socialistas" del PSOE, aseguraba ayer en una conversación cibernética en el diario El País que el Gobierno «no practica ningún tipo de laicismo agresivo», sino «una laicidad incluyente y positiva que exige a todos reconocer que las leyes y la moral cívica las fijan las leyes y la soberanía popular».

Aún más, el ministro aseguraba que en virtud de esta «laicidad positiva», el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero tiene por costumbre desarrollar un «espíritu de colaboración y tolerancia para con el hecho religioso».

Subrayaba así mismo el ministro Jaúregui que el Gobierno «tiene intención de seguir cooperando con la Iglesia católica». 

La desmemoria de Jáuregui es tozuda. Tan sólo unos días antes el presidente del Gobierno había despreciado al Papa volando como alma que lleva el Diablo a una guerra en la que no cree al tiempo que el Santo Padre llegaba a España.

Pero hay más. Seamos generosos y no carguemos sobre Jaúregui las palabras de su jefe. Pongamos sobre sus espaldas los fardos que él mismo tejía no hace tanto tiempo, ya con Rodríguez Zapatero en La Moncloa.

Fue, exactamente, el 23 de noviembre de 2004 y entonces el diputado por Álava Ramón Jáuregui aseguraba:  ¿Tiene Jáuregui edad para empezar a perder la memoria? Si es así, rabitos de pasa.