El coronavirus sigue haciendo estragos en el mundo, también en el seno de la Iglesia Católica. México es uno de los casos donde sacerdotes, religiosos e incluso obispos más están sufriendo el virus.

Según los datos del Centro Católico Multimedia de México (CEM), 172 sacerdotes, 5 obispos, 10 diáconos y 7 religiosos murieron en el país por coronavirus, desde el primer caso en abril de 2020 hasta el 31 de enero de 2021.

Según informa Fides, el pasado mes de enero se registró como el mes más cruel durante toda la pandemia de Covid-19 para los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica en México, ya que de media un sacerdote ha muerto cada día y las infecciones han aumentado constantemente en la jerarquía católica. Entre el 1 y el 31 de enero, 37 sacerdotes, un obispo auxiliar, 2 religiosas y 2 diáconos murieron a causa del virus.

Las archidiócesis más afectadas son México y Puebla. Además de los 5 obispos muertos, otros 23 obispos y arzobispos y un cardenal fueron infectados con Covid-19.

Ser como el buen samaritano

La Conferencia Episcopal Mexicana ha publicado una serie de avisos para llamar a la precaución y respetar los protocolos de seguridad. Hace apenas unos días, la CEM publicó un comentario del Secretario de la Comisión Episcopal de Vocaciones y Ministerios, sobre la terrible situación que vive México a nivel del servicio eclesial.

La desinformación, o mejor dicho, la información llena de información sin criterio, nos ha llevado a la irresponsabilidad. Sé perfectamente que esa no es la única causa, también ha habido una mala gestión a nivel de gobierno. Tal vez algunos sacerdotes pensamos que la promoción de los tratamientos más básicos para contener el virus depende de las autoridades sanitarias; y nosotros solo hacemos nuestro trabajo... a ver cómo lo hacemos para sobrevivir, o en el caso extremo, morir en el campo de batalla ”, apunta el padre Pérez Ramírez.

Por eso, el sacerdote propone una visión diferente de la emergencia: "No es el momento de buscar al culpable, sino de actuar. No es el momento de plantear la hipótesis de si el virus es una estratagema política y económica, sino de tener la sensibilidad del buen samaritano, simpatizar con los que sufren, y cuidar al ir más allá de las necesidades de los heridos, es el momento de poner en práctica la valentía creativa que nos enseña san José... No es sólo una cuestión de comprensión , pero también de discernir y dejar vivir como pastores lo que Jesús pide a su Iglesia en este momento tan importante para el mundo, para poder acompañar de manera especial a quienes sufren las consecuencias y devastación de la pandemia. Debemos tener la capacidad para transformar un problema en una oportunidad”, concluye el padre Octavio Pérez Ramírez.