Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

«El tradicionalismo no es nuestro carisma», dicen los Franciscanos de la Inmaculada


Impulsos que provienen del mundo tradicionalista están sugiriendo a los frailes la "resistencia" a Roma

por Andrea Tornielli

Opinión

La decisión del Papa de nombrar un comisario para los Franciscanos de la Inmaculada, como pidió la Congregación para los religiosos al final de una visita apostólica que comenzó el año pasado, con la relativa reglamentación del uso de la misa antigua, ha desencadenado reacciones mediáticas provenientes de algunos ambientes tradicionalistas, y también otros en los que se critica el actual pontificado.

Estas reacciones tienen una tesis de fondo: Francisco estaría retrocedienco con respecto al Motu proprio de Benedicto XVI con el que en 2007 se liberalizó el uso del misal preconciliar. Tesis oportunamente desmentida por el portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi.

Blogs tradicionalistas
El sitio tradicionalista estadounidense “Rorate Coeli” publicó el texto del decreto con el que se nombró el Comisario apostólico y con la cláusula anexa sobre el uso de la misa antigua.

El 29 de julio, el blog tradicionalista «Messainlatino» también publicó el original de la carta enviada por el comisario a los religiosos del Instituto.

Ese mismo día, el vaticanista Sandro Magister habría comentado la noticia, presentándola como la primera «contradicción» abierta con respecto al pontificado ratzingeriano. También se habría puesto en marcha «Corrispondenza Romana», agencia de información guiada por el profesor Roberto De Mattei, cercano al mundo tradicionalista y autor de una historia del Vaticano II en la cual el último Concilio es presentado como un evento de ruptura con respecto a la tradición anterior.

«Corrispondenza Romana» también se ocupó de recopilar firmas para apoyar el uso de la misa antigua para los Franciscanos de la Inmaculada que habrían sido enviadas a la Congregación para los religiosos.

El 7 de agosto intervinieron el el periódico italiano “Il Foglio” Mario Palmaro y Alessandro Gnocchi, dos periodistas también cercanos al mundo tradicionalista, con un artículo titulado significativamente “Esa bofetada a los Franciscanos en la Iglesia de Francisco”.

En el texto la carta del comisario nombrado por la Santa Sede, el padre Fidenzio Volpi, es definida como «calcada» en el estilo de los «burócratas de Ceausescu» y también aparecen menciones irónicas sobre el mensaje de Francisco a los musulmanes por el fin de Ramadán y sobre el viaje papal a Lampedusa.

Los Franciscanos de la Inmaculada, «que son pobres y humildes sin ostentaciones», se opondrían a los que se ponen ante las telecámaras y los objetivos fotográficos «como está de moda bajo el nuevo Pontificado».

El nombramiento del comisario, según Gnocchi y Palmaro, es una medida «draconiana», que pretendería destruir la fuerza de los frailes, empeñados en redescubrir y conservar «la misa de siempre» (expresión codificada y que se usa como sinónimo de misa preconciliar, en la que se encierran dos consecuencias implícitas: la primera es que el misal de 1962 corresponde a la misa que se ha celebrado durante dos milenios, la segunda es que la liturgia post-conciliar no está vinculada con la tradición).

Al responder a una pregunta específica de Vatican Insider sobre el papel que han tenido algunos frailes y monjas del Instituto en la difusión de la tesis del «desconocimiento de Benedicto XVI», que ha tenido eco en diferentes sitios y blogs, el casi ex-procurador general de los Franciscanos de la Inmaculada, padre Alessandro Apollonio, desmintió secamente cualquier participación.

El tema: ¿el carisma propio, o la misa antigua?
Alguna duda permanece ante el evidente intento por transformar los problemas y las tensiones internos del Instituto sobre la fidelidad al carisma original en una batalla pública sobre la misa antigua y sobre el Motu proprio «traicionado». Se da a entender que la medida de la Santa Sede fue decidida a la ligera o con base en información falsa, como el mismo padre Apollonio declaró.

Vale la pena recordar que los Franciscanos de la Inmaculada, Instituto con una fuerte huella mariana y misionera que nació en los años sesenta siguiendo las figuras del pobrecillo de Asís y, en particular, de San Maximiliano Kolbe, no nacieron en un ambiente tradicionalista.

Franciscanos que cambian en 2008 

Una mutación en este sentido, por voluntad del fundador, el padre Stefano Manelli, se dio después de la promulgación del Motu proprio de Benedicto XVI que en 2007 liberalizó la misa antigua.

Durante el Capítulo general de 2008, el padre Manelli trató de introducir una revisión de las Constituciones del Instituto para volver obligatorio el viejo rito en las misas conventuales.

La iniciativa suscitó una fuerte oposición, tanto que se retiró sin siquiera ser sometida al voto.

Sin embargo, durante los tres años siguientes el uso del misal preconciliar fue sugerido y, a veces, impuesto de alguna manera.

En una entrevista de 2010 con un blog francés el mismo padre Apollonio admitió que el viejo rito «es la forma de nuestra misa conventual recomendada por nuestro fundador».

También se promovía el ritual antiguo para las ordenaciones sacerdotales. Sin normas escritas ni decisiones asumidas por el Capítulo general, el uso «preferido» de la liturgia antigua fue muy recomendado en los conventos de los Franciscanos de la Inmaculada y en algunos países se compraron breviarios bilingües (latín-inglés) para favorecer la introducción de la oración según el uso antiguo.

¿Frailes disidentes? ¿O fieles al carisma original?
Esto provocó que en 2012 un grupo de frailes, los padres Antonio Santoro, Michele Iorio, Pierdamiano Fehlner, Massimiliano Zangheratti y Angelo Geiger, miembros de la comunidad histórica de los orígenes e involucrados en puestos de responsabilidad en el gobierno y en la formación del Instituto (después habrían sido «castigados» con varios transferimientos por sus posturas poco tradicionalistas), recurrieran a la Congregación vaticana para los religiosos pidiendo que se recuperara el carisma original y que no se impusieran las posturas tradicionalistas, incluidas las que pretenden reducir el alcance del Concilio Vaticano II o que lo presentan como un evento de ruptura inconciliable con la tradición anterior.

En una carta del padre Geiger se afirma que dentro del Instituto, por parte de algunos de sus autorizados exponentes, se difundía la idea de que la “nueva misa” era para los católicos ordinarios, mientras que la antigua era para los «católicos más serios con respecto a la fe», dando por descontado la superioridad de la «forma extraordinaria del rito romano» liberalizada por Papa Benedicto XVI.

Los que desconfían del Pontífice
Otro capítulo tiene que ver con la actitud desconfiada de algunos de los responsables de los Franciscanos de la Inmaculada hacia el nuevo pontificado, actitud compartida plenamente por esos sitios y blogs que se empeñan en defender la tesis de los frailes «perseguidos» por los «enemigos» de la misa antigua y sus patrocinadores vaticanos.
 
Los disidentes con respecto a la línea impuesta durante los últimos años creen que la misa antigua y el tradicionalismo se están convirtiendo en la única formación recibida por los jóvenes seminaristas y que las «opiniones» de los tradicionalistas se están convirtiendo en «normativas» dentro del Instituto, en nombre de la lealtad al fundador, cuando en realidad no deberían ser impuestas a la consciencia de nadie.

Sobre todo, sostienen los frailes antes mencionados, porque no hubo ninguna consulta ni ningún mandato del Capítulo general al respecto.

Además, el tradicionalismo «no tiene ninguna relación con nuestro carisma» y «no es obligatorio según nuestra legislación».

La rama femenina y las parroquias
Hay que añadir otros problemas, relacionados con la conducción del Instituto, con el papel en aumento de la rama femenina (más compacto cuando se trata de seguir las indicaciones sobre la misa antigua), con los problemas pastorales relacionados con las parroquias en las que los Franciscanos de la Inmaculada ejercen su ministerio.

Frente a este contexto, la Santa Sede dispuso hace un año (por lo tanto bajo el Pontificado de Benedicto XVI) una visita apostólica.

Desde antes de que comenzara esta visita, el 9 de mayo de 2012, Papa Ratzinger saludó durante una audiencia a «las consagradas, los seminaristas y los frailes Franciscanos de la Inmaculada, a quienes deseo que se nutran de la Palabra de Dioe y del Pan eucarístico para sentir “cum Ecclesia”». Una alusión significativa que ahora encuentra eco en la carta del comisario a los miembros del Instituto.

Un cuestionario detallado

El visitador apostólico predispuso un cuestionario muy detallado sobre estos problemas y, según lo que consta a Vatican Insider, la mayor parte de los miembros consultados del Instituto se expresó a favor o de un Capítulo general extraordinario o del nombramiento de un comisario, confirmando la existencia de tensiones que no se pueden reducir a un grupúsculo de disidentes que habría logrado falsificar la realidad.

Así pues, la presentación de la decisión de Papa Francisco como un desconocimiento del Motu proprio de su predecesor (como ya Vatican Insider hizo notar el 30 de julio pasado) es completamente incongruente.

Queda claro, pues, que la decisión de la Santa Sede no fue tomada a la ligera, sino que se basó en una recopilación exhaustiva de información.

Las gracias de ser obediente
En el sitio oficial de los frailes se lee que el fundador, padre Stefano M. Manelli, «con todo el Instituto de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada unido a él, obedece al Santo Padre y confía en que de esta obediencia provengan gracias más grandes».

En las próximas semanas el comisario verificará si lo que prevalece es esta declaración o impulsos que provienen del mundo tradicionalista, que están sugiriendo a los frailes la “resistencia” y que sigan celebrando “en consciencia” según el rito antiguo, sin pedir autorización ninguna y aprovechando que el decreto vaticano estableció la cláusula sin especificar cuáles son las «autoridades competentes» para otorgarla.
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