Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

Ha habido más de 150 muertos en la región de Krasnodar

Al llegar la inundación, el padre Karpets sacó una lancha hinchable y salvó la vida de 50 personas

Ayudado de dos parroquianos, el sacerdote ortodoxo pasó toda la noche recorriendo la ciudad inundada de Krymsk y rescatando a personas aisladas por el agua.

Pablo J. Ginés/ReL

Las inundaciones de la semana pasada en la región de rusa de Krasnodar han dejado un trágico balance de 150 muertos y al menos 17 desaparecidos, pero podrían haber sido más, de no ser por el impulso de algunas personas que reaccionaron con rapidez.

Es el caso del párroco ortodoxo de San Miguel Arcángel, en la ciudad de Krymsk, que aún está bajo las aguas. El padre Aleksandr Karpets, de 27 años, en cuanto supo del desastre acudió a su parroquia, donde ya se reunían los primeros accidentados. Sabiendo que buena parte de la ciudad estaba en una zona hundida, que se inundaría, recurrió a la ayuda de dos parroquianos, se hicieron con una lancha hinchable, y en cuestión de minutos se dirigieron en plena noche hacia las zonas inundables para rescatar a tanta gente como pudieran.

Personas mayores que no saben nadar
"Antes que nada, bajamos hacia el templo de Nuestra Señora de Kazán que está en una hondonada. Sabíamos que allí estaban el vigilante y la señora responsable de las velas, los dos muy mayores, que no sabían nadar. Cuando llegamos a la iglesia, ya estaba inundada hasta 5 metros de altura", explica a LifeNews.ru.

El párroco ayudó a los ancianos a llegar hasta la lancha y los llevó a una colina. El sacerdote pasó toda la noche recogiendo a víctimas de la inundación en su vieja lancha, iluminándose con una linterna de bolsillo y repasando la ciudad sistemáticamente. Así pudo llevar a más de 50 personas desde los lugares inundados a las colinas.

Una anciana sobre un baúl
Para salvar a una de sus feligresas, la octogenaria Klavdia Vysóchuna, el padre Aleksander tuvo que saltar a las aguas gélidas. Entrando a nado en la vivienda de la anciana, que estaba encima de un baúl rodeada de agua, la tomó en volandas y la metió en lancha.

Al amanecer su carrera como socorrista llegó a su final cuando la lancha sufrió una rasgadura. Pero no dejó de ayudar a las víctimas. Con su parroquia organizó una cocina itinerante. Y no dejó de celebrar todos los servicios litúrgicos correspondientes. Ora et labora.
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