Domingo, 28 de abril de 2024

Religión en Libertad

La teología del cardenal Fernández y la razón

El cardenal Víctor Fernández saluda a Francisco tras el mensaje navideño a la Curia de este 21 de diciembre.
El cardenal Víctor Fernández saluda a Francisco tras el mensaje navideño a la Curia de este 21 de diciembre, tres días después del 'bombazo' de 'Fiducia supplicans'.

por Stefano Fontana

Opinión

La teología se sirve de la filosofía, también cuando la teología incurre en ambigüedades o errores por no emplear la razón de forma conveniente. No escapa a esta regla la declaración Fiducia supplicans del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Sus enfoques nada convincentes a nivel teológico y doctrinal se basan en enfoques nada convincentes a nivel natural y filosófico. Y así, los efectos negativos de la nueva bendición a parejas homosexuales y transexuales revierten no solo sobre el ámbito espiritual, sino asimismo sobre el ámbito moral y social, haciendo entrar en crisis principios como que el origen de la sociedad y de la familia se encuentra en una pareja, o el significado social de la sexualidad.

El concepto de “pareja” tiene un elevado significado religioso, como prueba la creación por Dios de la primera pareja, pero también un significado puramente racional. Dos personas en el mismo compartimento del tren no constituyen una pareja. Si dos personas viven juntas pero, aunque sea de forma consentida, se violentan e instrumentalizan mutuamente, no constituyen una pareja. De dos amigos se puede decir que constituyen una pareja solo de forma derivada y analógica.

Solo el esposo y la esposa constituyen una pareja en sentido auténtico. El nuevo documento sobre la bendición a las parejas homosexuales, ¿sobre qué idea de pareja se funda? ¿Sobre la del “sentido común” y el realismo de la razón -que no se inventa la realidad, sino que la descubre- o sobre el artificio del narcisismo individualista?

Una pareja no es la simple yuxtaposición de dos individuos cualesquiera. Ciertamente, puedo disponer en una mano de una “pareja de ases”, tener “una pareja de manzanas” o poseer “una pareja de perros”. Pero no hablamos de eso cuando empleamos el término “pareja” con referencia a las personas. La pareja nace cuando dos personas se unen de forma complementaria, no en base a sus impulsos o sentimientos individuales, sino como consecuencia de una vocación, lo que implica una norma de la que ellos mismos no pueden disponer.

La pareja no se constituye, es constituida. Hay una pareja cuando los motivos para constituirla y vivirla son intocables incluso para quienes la componen, por lo que puede decirse que es la situación de pareja la que constituye a sus dos componentes, y no al revés. Es la familia -solemos escuchar- la que crea al padre, a la madre y al hijo, no al revés. La pareja siempre es mayor que las dos personas que la componen, no es el resultado de su suma. En la pareja no hay agregación, ni mucho menos yuxtaposición, sino integración complementaria en un nuevo todo, que posee su propia lógica orgánica y vital, independiente de las partes y superior a ellas.

Por ese motivo, la pareja es indisoluble o no es una pareja, está abierta a la vida o no es una pareja. En efecto, de ella surge una vida que ya no depende de sus dos componentes. Los componentes son dos, pero la pareja es más que dos.

La pareja exige complementariedad entre ambas partes, así que solo es posible entre hombre y mujer. En otros casos, la palabra pareja se usa en un sentido analógico, como entre dos amigos, o en un sentido equívoco. La complementariedad, es decir, el encuentro entre dos diversidades personales para completarse mutuamente, expresa el carácter natural de la pareja, su ser “según la naturaleza”. Si falta la complementariedad, como en el caso de dos personas del mismo sexo, falta la dimensión natural, y por tanto faltan la indisponibilidad y la vocación: es decir, el vivir según una regla que no es creación propia, sino que es la de la pareja. En ese caso no hay pareja, solo una proximidad circunstancial y violencia recíproca.

Hemos utilizado argumentos de pura razón y nos hemos movido en el plano simplemente natural. El plano sobrenatural de la gracia no niega nunca la verdad natural de las cosas, en todo caso la perfecciona. Si la negase sería inaceptable, porque contrapondría a Dios Creador con Dios Redentor. Esto vale también para los sacramentales en general y para las bendiciones en particular.

¿Qué le dice entonces la razón natural al prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe? Le dice que esa pareja que, según la declaración, puede ser bendecida, no existe, no es una auténtica pareja, sino solo un agregado sociológico inventado y fruto de deseos sin norma. Le dice que se trata de dos individuos no complementarios entre sí y que en su convivencia se instrumentalizan e incluso se violentan. Quien los tiene ante sí para darles la bendición ve dos personas, pero no ve la pareja, no ve su unidad, la cual, si procede de intereses irregulares, no constituye unidad alguna.

Ése el gran error natural, antes que sobrenatural, de la bendición a una pareja homosexual. Se la trata como pareja, cuando no lo es. Nadie puede hacer que lo que no es sea, y sin embargo el sacerdote que bendice a una pareja homosexual pretende que exista algo que no existe, con el absurdo de contradecir, a la vez que bendice, la creación y el orden finalista que la creación encierra. 

Resulta inconsistente hasta el ridículo sostener que no se trata de un matrimonio. La pareja -en el sentido auténtico de la palabra- también existe, al menos en principio, en el matrimonio natural, de modo que si el sacerdote, al bendecir, trata como pareja a una pareja que no lo es, es como si la transformase de 'pareja-que-no-existe' en 'pareja-que-sí-existe', y por tanto en un matrimonio (natural).

Así pues, a la declaración Fiducia supplicans hay que oponerse también sobre el plano de la razón natural.

Publicado en La Nuova Bussola Quotidiana.

Traducción de Carmelo López-Arias.

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