ZP da miedo

Viendo y oyendo al presidente del Gobierno en campaña electoral o en actividad mitinera ante los suyos, este hombre transmite cualquier sensación menos sosiego, concordia, paz o ser el gobernante de todos los españoles. Su gesto tenso, su palabra agresiva, su obsesión por triturar al contrario, su lenguaje de barricada hecho de latiguillos y obrerismo rancio, como si estuviéramos en la primavera del 36, no invitan a la tranquilidad. Un extraterrestre que aterrizara ahora en España y le viera y oyera perorar en uno de esos actos masivos que le preparan sus peones de brega, no creería que estuviera ante el respetable presidente del Gobierno, sino frente a un gallo de pelea en busca de bronca política. El señor Rodríguez Zapatero no es gobernante ni lo será nunca, por mucho que las urnas le sean propicias, porque le falta formación, estilo y nivel intelectual para ocupar altos cargos. Como decía el viejo zorro Giulio Andreotti, manca fineza. A lo sumo podría llegar a ser, si la política fuera objetiva, jefe de bancada de un partido minoritario en la oposición. Pero si mala impresión produce su sectaria y pobre verborrea, aún más de temer son sus actos y su política. El empeño en promover y facilitar la cultura de la muerte mediante el aborto libre, incluso a las menores de edad sin conocimiento ni consentimiento de los padres; la venta ilimitada del abortivo precoz de la pdd a las mujeres de cualquier edad, niñas incluidas, haciendo caso omiso de los efectos adversos de este fármaco si se toma sin ningún control médico; el «suicidio asistido» que llegará, vaya si llegará, de seguir este hombre en el puente de mando, son otras tantas muestras de la peligrosidad social de ZP. Una parte sustancial de su ideología es el hedonismo, la corrupción moral de la juventud y la destrucción de la familia, el último refugio y valladar que tienen la personas cuando se encuentran perdidas en medio de la selva humana. ZP no quiere instituciones sólidas de autodefensa personal que puedan hacer frente a las agresiones de gobernantes insidiosos y a las adversidades de la vida. Quiere individuos moral y familiarmente desnudos, desnortados, sin otra meta que «pasarlo bien». Y, en todo caso, adoctrinados en eso de la Educación para la Ciudadanía, que lleva el agua de los escolares a su molino, y sólo a su molino. Si todo lo dicho es para echarse a temblar, aún es peor si cabe, su política económica, la actuación de su gobierno frente a la crisis, convertida en una inmensa fábrica de parados, de millones de españoles que han perdido el mayor bien material de toda persona, su puesto de trabajo. España es el país de la Unión Europea que produce, con diferencia, el mayor número de parados. Ante esa catástrofe nacional no tiene soluciones ni salidas, como no sea la de echar la culpa a Aznar, a Bush, y al ladrillo, olvidando que tuvo cuatro años de su primera legislatura, en los que vivió tan ricamente en la estela y de las rentas que le dejaron los «perversos» de sus antecesores, sin mover un dedo para rectificar el rumbo o cambiar de modelo productivo, si es que tiene alguno, más allá de las gansadas de la economía sostenible o verde, el cambio climático (ese truco para imponer nuevas cargas fiscales), o la energía renovable, otro cuento chino tan caro –carísimo- como ineficiente, porque el viento sopla cuando quiere, lo mismo que el sol, no siempre cuando se necesita su energía. Pero sirve, en cambio, para hacer riquísimos a cuatro industriales amiguetes de los dueños de la manija. De Zapatero no se puede esperar nada bueno, porque no tiene capacidad ni conocimientos ni disposición para ello, y porque se rodea de ministros de su mismo nivel, a fin de que no se note mucho sus carencias. Además, conviene recordar o tener presente que, con su escudero Rubalcaba, no tuvieron ningún escrúpulo para aprovecharse –si sólo fue eso- de la terrible matanza del 11-M al objeto de ganar unas elecciones que tenían perdidas, o montar con policías y jueces afines grandes embrollos judiciales que luego quedan en aguas de borrajas, o utilizar medios estatales que pagamos todos en beneficio exclusivo del partido. Un personaje así, ¿puede ser de fiar o de temer?.