Lunes, 29 de abril de 2024

Religión en Libertad

La belleza del bautismo (4): La fuente bautismal


Todo lo recibimos de esta agua. Todo empezó en ella. Bendita agua, que nos acompañará también el día de nuestro nacimiento para el cielo, asperjando nuestro cuerpo

por Pedro A. Mejías

Opinión

Sé que alguno de los tres o cuatro amigos que aún me leen tienen experiencia, como yo, de encontrarse con un torrente de alta montaña y beber de él. Un verdadero lujo, que nos enseña lo que es el agua viva.

Siguiendo con las bellezas que hay en el ritual del Bautismo, nos encontramos con el agua, que se consagra para utilizarla en el bautismo.

En el ritual hay una oración bellísima que desgrana todas las actuaciones de Dios a través del agua en la historia de Salvación: “Oh Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables…cuyo Espíritu se cernía sobre las aguas…que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad... que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham… Cuyo Hijo, al ser bautizado en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; colgado en la cruz vertió de su costado agua…”

Esta oración, durante la cual, en la Vigilia Pascual, se introduce el cirio, signo de Cristo Resucitado, en la Fuente Bautismal, y en cualquier caso, el sacerdote representándole a Él meterá su mano consagrada en el agua, se puede hacer cantada, y es de una belleza impresionante, y ayuda a comprender toda la fuerza del agua, que lava y regenera a la nueva criatura que saldrá de ella.

No se trata de una simple bendición del agua, es una auténtica consagración, un sacramental, se invoca al mismo Espíritu que habite en esa agua: “Mira, ahora, a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del Bautismo: Que este agua reciba, por el Espíritu Santo, la gracia de tu Unigénito… Que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente”. ¡Qué oración tan bella, una de las más preciosas que encuentro en la liturgia!

Y luego, la triple inmersión o infusión, elemento necesario y fundamental del sacramento. Se utilizará una u otra, pero el ritual recomienda la inmersión pues “significa de un modo más apropiado la participación en la muerte y resurrección de Cristo”, aunque ésta, curiosamente, se utilice menos, quizás por razones prácticas en los bautizos fuera de la Vigilia Pascual. Tengo que decir que participar en una Pascua con bautizos por inmersión es una de las cosas más bonitas que litúrgicamente se puede vivir. Y más si es tu propio hijo.

El catecúmeno es por fin bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. “Con la triple inmersión y la triple invocación que la acompaña se realiza el gran misterio del bautismo, en el que la muerte halla su expresión figurada y el espíritu de los bautizados es iluminado con el don de la ciencia divina. Por tanto, si alguna virtualidad tiene el agua, no la tiene por su propia naturaleza, sino por la presencia del Espíritu”. (San Basilio Magno). Es introducido en la muerte con Jesucristo muerto, y sale de ella con Él Resucitado, vivo para siempre, participando de su Vida y de toda bendición para siempre.

Todo lo recibimos de esta agua. Todo empezó en ella. Bendita agua, que nos acompañará también el día de nuestro nacimiento para el cielo, asperjando nuestro cuerpo.

Pedro Antonio Mejías Rodríguez
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