Lunes, 29 de abril de 2024

Religión en Libertad

Misa en la festividad de San Sebastián

Homilía de José Ignacio Munilla en la Misa de la festividad de San Sebastián

ReL

Homilía de José Ignacio Munilla,
obispo de San Sebastián,
en la Misa de la festividad del santo patrono de la ciudad.

San Sebastián 20 de enero de 2012
 
Queridos hermanos concelebrantes, queridos devotos de nuestro Patrono San Sebastián, queridos donostiarras y queridas autoridades:

El Evangelio de San Juan que hemos proclamado presenta ante nosotros el ideal del martirio, no como algo excepcional, sino como una vocación común a todos los cristianos. Ciertamente, son pocos los cristianos que son llamados a testimoniar la fe mediante el martirio corporal o físico. Sin embargo, según leemos en el Evangelio, es connatural a la condición de los discípulos de Jesús, el no encontrar un fácil “encaje” en el espíritu de este mundo.

En efecto, los cristianos estamos llamados a vivir en este mundo, pero sin ser de este mundo. La gran tentación que hoy en día podemos sufrir los creyentes es la de ser ‘arrastrados’ y ‘absorbidos’ por el espíritu mundano, de forma que terminemos por pensar, sentir y actuar, como si Dios no existiese. Es más, con frecuencia suele entenderse que un cristiano sólo puede ser moderno o progresista, cuando ha asumido íntegramente los postulados de la cultura secularizada. Ser cristiano así, en la práctica, implicaría perder la identidad que nos es propia, hasta el punto de resultar ‘fagocitados” por el ambiente.

Pero obviamente, ése no es el verdadero progresismo, ni la auténtica modernidad. El sentido religioso de la existencia es perfectamente conciliable con los valores positivos que se derivan de un auténtico progreso. Algunos nos han hecho creer que el sentido religioso de la existencia es incompatible con la modernidad… ¡Nada más lejos de la realidad! Baste comprobar la evolución de algunas culturas de mayor tradición democrática que la nuestra, como por ejemplo, la sociedad norteamericana.

Pero para ello, para alcanzar esa madurez necesaria, en la que se integran modernidad y religiosidad, necesitamos vivir sin complejos en la situación presente. En medio de un laicismo que lo va impregnando todo, derivado de una reacción pendular, es importante que sepamos ‘remar contracorriente’, sin perder la alegría ni la esperanza.

Una cultura que vive como si Dios no existiera, de espaldas a las preguntas sobre el sentido de la vida y el sentido de la muerte, pierde inevitablemente densidad, porque está escamoteando la dimensión trascendente de la vida, que es esencial a la condición humana.

En realidad, cuando damos la espalda a Dios, nos encontramos con nuestra propia sombra. Es decir, cuando rechazamos a Dios o nos olvidamos de Él, nuestra propia existencia resulta incomprensible. ¡Terminamos por convertirnos en un enigma irresoluble! Y es que, Cristo no sólo es quien revela el misterio de Dios, sino también quien ‘descubre el hombre al propio hombre’.

En nuestra Diócesis de San Sebastián, estos días nos disponemos a hacer un signo que expresa la centralidad de Jesús de Nazaret en nuestra vida: me refiero a la Adoración permanente del Santísimo Sacramento, que tendrá lugar en la Parroquia de San Martín, en el centro de nuestra ciudad, a partir del próximo Miércoles de Ceniza. Al comienzo de este nuevo quinquenio pastoral, queremos fundar sus cimientos sobre la ‘piedra angular’ que es Cristo. Este proyecto de Adoración Eucarística, parte de la conciencia que tenemos los cristianos de que nada somos sin la gracia de Dios. ¡Sin la gracia de Dios nuestros esfuerzos y nuestra pastoral resultarían estériles! Y por ello, queremos que este lugar de Adoración Eucarística se convierta en el corazón de la Diócesis; de forma que en él nos unamos ‘todos’ para orar por ‘todos’, especialmente por los más necesitados.

Todos los fieles donostiarras estáis especialmente invitados a participar en esta iniciativa, a la que hemos denominado ‘ADORA’. Nuestro primer objetivo es poder contar con suficientes voluntarios para cubrir las horas de apertura del templo de San Martín, con un compromiso de una hora de oración semanal. Podréis encontrar una información más detallada en los programas que se repartirán a la salida de la Iglesia.

Un año más pedimos a nuestro Santo Patrono, San Sebastián, por la paz definitiva en nuestro pueblo y de forma particular en nuestra ciudad. Queremos recordar muy especialmente a los ausentes, a aquellos que fueron asesinados, y que hoy no pueden estar entre nosotros. Las víctimas deben ocupar un lugar central en el camino hacia la paz y la reconciliación, de forma que no añadamos nuevas injusticias a las ya cometidas. Si su presencia nos resultase ahora ‘embarazosa’ y su palabra ‘extemporánea”, o si tuviésemos la tentación de ‘difuminar’ su memoria; entonces habría razones para poner en cuestión la autenticidad de nuestra apuesta por la paz y por la reconciliación… Las víctimas han ejercitado una paciencia inmensa hasta el día de hoy. ¡Qué menos cabe esperar de toda la sociedad que, llegados al punto presente, obremos también nosotros sin precipitaciones, con transparencia y con cohesión…!

Tras más de cincuenta años de terrorismo, este año vivimos la fiesta patronal de San Sebastián sin su amenaza explícita. ¡¡Alegres y esperanzados ‘sí’; pero ‘no’ desmemoriados ni insolidarios!!… ¡Que el Señor tenga en su gloria a cuantos fueron arrancados cruelmente de la vida, y alivie el dolor de sus familiares; moviéndonos a todos a la conversión!

En medio de la crisis económica que padecemos, nos acordamos también de cuantos se han quedado este año sin trabajo, y especialmente de los parados de larga duración. Pido a Dios que dé a quienes tienen responsabilidades legislativas y sociales -sindicatos, empresarios y políticos- la clarividencia para buscar juntos un camino de solución del que nadie quede excluido. Y a todos vosotros, os pido que apoyemos a CARITAS con especial acento en el momento presente. Es el recurso para cuantos han agotado los demás recursos. ¡Que redoblen los tambores en San Sebastián, pero que redoble con más fuerza aún nuestra solidaridad! ¡Nuestra alegría será proporcional a nuestra entrega hacia los más necesitados de la sociedad!

¡Que Dios os bendiga!
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