Lunes, 06 de mayo de 2024

Religión en Libertad

Hoy se estrena en los cines la película

Sale a luz la carta del «otro» ángel de la guarda de Alexia

En ella, se puede leer la confesión íntegra del doctor Chamorro, quién, e una manera imprevista, se convirtió en el otro «compañero» de Alexia.

Miriam Arribas/ ReL

Alexia
Alexia

Mañana llega a las pantallas de los cines españoles la película "Alexia", el documental sobre la niña madrileña que con apenas 14 años de edad muere a causa de un cáncer en las cervicales. Aparentemente, este hecho que desgraciadamente afecta a millones de personas en todo el mundo, no tendría por qué ser motivo para hacer una película.

Pero la historia de Alexia va más allá. Afrontó su dramática enfermedad con una madurez y una serenidad que ni un adulto sería capaz de actuar así, y lo consiguió gracias al apoyo de su familia, de su ángel de la guarda “Hugo” -así es como ella le llamaba- y sobre todo, del profundo amor que sentía por Dios y la fe que eso le acarreaba.

Pero, gracias a una carta que se ha publicado recientemente, se ha podido saber, que Alexia tenía otro ángel custodio, un cirujano de la Clínica Universitaria de Navarra donde Alexia fue tratada de su enfermedad, y donde el doctor Aurelio Chamorro Ortega conoció a la pequeña, y que prácticamente no se separó de ella hasta el mismo día de su muerte. Fue tal la conexión que él y Alexia tuvieron desde el principio, que la niña le consideró como otro ángel de la guarda para ella.
 

Alexia con su "ángel" Hugo

Lo que primero le impresionó a Aurelio de Alexia cuando la conoció fue su actitud serena y su sonrisa, que reflejaba su buen humor. Cuesta imaginarse como se puede estar con esa actitud tan positiva en una situación como la de la niña. Eso lo dice todo de ella. A raíz de este gesto y de una pequeña conversación que tuvieron, el doctor Chamorro iba a visitar a Alexia a diario y se sentía como un miembro más de la familia. Esto le llevo a que el cariño por la madrileña fuera en aumento y de que el actual cirujano se convirtiera en verdadero testigo del progreso espiritual de Alexia. Para el cirujano, resultaba extremadamente llamativo como una niña de tan corta edad jamás se quejase por nada, y que fuera ella quién diera los ánimos a la familia y no al revés.

Un improvisado ángel de la guarda
Además de su devoción espiritual hacia Dios, Alexia tenía otra más particular: la que sentía por su ángel “Hugo”. Era tal la fe que tenía en él, que la muchacha "veía" a Hugo en todas partes; evidentemente, esa "presencia" sólo podía ser advertida con los ojos del alma que son aquellos que obtenemos con la fe.

Alexia de paseo con "Hugo" y con su mamá


Cuál fue la sorpresa de Aurelio un día, que Alexia se sintió tan agradecida por los cuidados que había recibido del médico que le dijo: "si te hubiese conocido antes, a mi ángel custodio le hubiese puesto tu nombre".

Pero la cosa no quedó ahí. Pocos días antes de que la niña se marchara al cielo, en una confesión íntima con el doctor, le dijo: "Aurelio, te quiero mucho, pero no pienses que te lo digo por interés para que me cuides. Cuando me ponga buena te querré mucho más". En este momento, Alexia era consciente de que su guerra contra el cáncer había acabado, y que su nueva vida en el cielo la esperaba.

Después de su muerte, la familia de la pequeña quiso regalar a Aurelio el escapulario que ella había llevado consigo durante toda su enfermedad. El cirujano, tremendamente emocionado, no pudo rechazarlo, y desde ese momento, no ha perdido el "contacto" con Alexia y recurre a ella con frecuencia.

La familia de Alexia se despide ella el día que se marcha al cielo

Otro episodio más en la historia de esta niña, que es sinónimo de valor y de coraje y  que vuelve a conmocionar al recordar que hay que afrontar las dificultades de la vida con serenidad, con calma, y con mucho amor de Dios.

Carta completa del «ángel» Aurelio
En 1985 trabajaba como cirujano en la Clínica Universitaria de Navarra.Conocí a Alexia el mismo día de su llegada a Pamplona. Me crucé con ella, que iba en silla de ruedas, por un pasillo de la Clínica. Me impresionó su actitud serena y su sonrisa, que reflejaba buen humor: ¡estaba contenta!

Al día siguiente fui requerido para colocarle un reservorio subcutáneo (Port-a cath), que facilitara el acceso a vías venosas y la administración de los fármacos de quimioterapia; acudí a su habitación para informarle de los pormenores de esa pequeña operación, y desde el principio encontré en ella una madurez impropia de su edad: me planteó sus dudas y, una vez resueltas, se puso en mis manos sin reservas.Desde esa primera conversación iniciamos un trato cordial, que me llevó a visitarla a diario y a integrarme, como un miembro más, en su familia.



Cada día encontraba un hueco en mi trabajo para acercarme a verla e interesarme por su evolución, ofreciéndome a prestarle pequeños servicios que le hicieran más llevadera su costosa enfermedad.

De este modo, al tiempo que aumentaba mi cariño hacia ella, me convertía en testigo de su progreso espiritual, consciente de que siendo una chica muy normal, muy de su edad, su comportamiento ante la enfermedad era del todo excepcional: jamás la vi quejarse y siempre ofrecía sus incomodidades por diversas necesidades, que confiábamos a la eficacia de su oración.

No resultaba difícil servir a Alexia porque era muy agradecida y sufrida, y con su fino sentido del humor se hacía querer. Alexia se distinguía por una singular devoción a su Ángel de la Guarda, al que había puesto un nombre –Hugo  para acordarse más de él. Alexia percibía a Hugo casi … sensorialmente; evidentemente esa "presencia" sólo podía ser advertida con los ojos del alma, aquellos que obtenemos con la Fe.

Hugo no desaparecía de su lado, compartía con ella los acontecimientos menudos y los importantes de su vida....Un buen día, agradecida por mis desvelos y la disposición de ayudarla, me confesó: “¡SI TE HUBIESE CONOCIDO ANTES...A MI ÁNGEL CUSTODIO LE HUBIESE LLAMADO AURELIO!”

Y pocos días antes de marcharse al Cielo, en una confidencia íntima, me dijo: "AURELIO, TE QUIERO MUCHO... PERO NO PIENSES QUE LO DIGO POR INTERÉS (para que me cuides). CUANDO ME PONGA BUENA TE QUERRÉ MUCHO MÁS".

En ese momento, Alexia ya era consciente de que había perdido la batalla con la enfermedad, por lo que indudablemente se estaba refiriendo a su estancia en el Cielo.

Después de su muerte, aquella mañana del día 5 de Diciembre de 1985, quiso su familia que fuese yo quien conservara el Escapulario que había llevado durante su enfermedad; lo consideré un verdadero privilegio, inmerecido. Desde aquel momento no he perdido el “contacto” con Alexia y a ella recurro con frecuencia. Entonces era yo quien podía prestarle favores…; ahora es ella quien me los presta a mí.


Aurelio Chamorro Ortega
(Médico cirujano, que atendió a Alexia. Actualmente Jefe de Servicio de Cirugía en un Hospital de Murcia, en Caravaca de la Cruz) 

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