Viernes, 26 de abril de 2024

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¿Es necesaria la Religión?

¿Es necesaria la Religión?

por Un alma para el mundo

 Me llega este comentario que ahora ofrezco, porque revela  el pensamiento de muchos que ven la religión como un código moral o una reliquia cultural. Leamos los que dice su autor, y después podremos comentar.

 

Porque la necesidad de la religión?

La mayoría de los jóvenes que conozco (por no decir que todos) llevan una vida en la cual yo no alcanzo a notar la necesidad de incluir una religión. Antes yo consideraba que la religión era una parte inseparable y además necesaria en nuestras sociedades para mantener un equilibrio tanto en cuestiones de moral así como estabilidad ante las cuestiones existenciales que siembre agobian al ser humano.

En los últimos años me he terminado dando cuenta de que dichas cuestiones existenciales no afectan a todo mundo. Hay muchas personas que andan por la vida sin nunca (o al menos según ellos así es, no es mi caso) preguntarse "de dónde vengo" o "a dónde voy", las dos cuestiones básicas de donde creo yo que se desprende todo pensamiento religioso.

Entonces, terminan haciendo una vida en la cual la religión juega un papel solamente social, como un evento cultural que se debe llevar a cabo (bautizos, bodas, 15 años, etc.), y no como una vivencia real de la religión.

Ante esto, me queda el sabor de boca de que lo que conocemos hoy como religión, no es más que el remanente cultural de lo que un día fue el centro de nuestra vida social...

 

Tal  vez hubo una época en que la religión en verdad fue lo que debería de ser, en que la experiencia religiosa realmente "acercaba a las personas a Dios". Sin embargo, yo pienso que eso quedó atrás como el machismo extremo u otras formas de vivir que han ido evolucionando hacia la sociedad moderna que hoy conocemos, donde la religión cada día pierde más peso y deja lugar a una vida más terrenal.

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                El dato sociológico es cierto: muchos, un número considerable, considera la Religión como algo del pasado, como un conjunto de normas que nada tienen que ver con la vida moderna. Se ha suplantado por una “vida más terrenal”, como dice el articulista.

                Pero el problema de fondo es la existencia de Dios. Para muchos que han caído en los brazos de un paganismo, o un ateísmo práctico, o teórico, y  militante, Dios es una entelequia, un producto del pensamiento humano, un recurso  de nuestra ansia de eternidad.  Y cuando a Dios se le pone un interrogante, el hombre busca sucedáneos porque le aterra vivir vacío, y ser condenado a la nada.  Se habla de una religión atea, se llama Ateísmo 2.0.

                La religión no es una invención, es una oferta que Dios nos hace para que nos relacionemos con El. La iniciativa parte de Dios, que es el que ofrece el don de la fe, nosotros nos cogemos libremente a esa mano tendida de Dios, que ha querido adoptarnos como hijos. Y esa relación amorosa con Dios Padre, con Dios Santísima Trinidad, es lo que llamaos RELIGIÓN.  El Logos, la Palabra de Dios, se hizo hombre, y este es Jesucristo. Dios se pone a nuestra altura, más aún, se arrodilla ante unos pecadores para lavarles y besarles los pies. Más todavía, muere en la Cruz como ofrenda al Padre por nosotros. Y todavía más, se queda en la Eucaristía con nosotros para siempre. La religión es el trato con Dios de la mano de Cristo en la Iglesia, comunidad de creyentes.

                Las normas de conducta brotan de ese deseo que Dios tiene  que seamos santos.   “Maestro, ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna”, le preguntó un joven a Jesús. Y le respondió el Señor: “Cumple los mandamientos”. “Ya los cumplo desde pequeño”. Y Cristo le respondió: “Si quieres más, anda, deja lo que tienes y vente con migo”.  Fue una oferta de relación, de religión, que el joven no aceptó, y el Señor lo vio marcharse con tristeza.  Podemos dar la espalda a Dios, o podemos limitarnos a cumplir. Siempre Dios verá con tristeza que mi relación con El no sea de corazón. Decía Lucano: “Los hombres temen a los mismos Dioses que han inventado”. Pero los creyentes de verdad no se han inventado a un Dios imaginario. Sencillamente han abierto de par en par las puertas del alma al Dios que un día, por puro amor, se dignó llamarnos. “Bienaventurados los escuchan  la Palabra y la ponen en práctica”. Como diría San Agustín, nuestro corazón está llamado para Dios, y está inquieto hasta que no llegue a Él.

                De momento me quedo aquí. Si ha servido para aclarar algunas ideas, me doy por satisfecho.

 Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com
 

                

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