Religión en Libertad

Un paso adelante

Creado:

Actualizado:

xml.err

Introducción: los hechos, las fuentes y las posibilidades

Australia ha prohibido el uso de cuentas de redes sociales a menores de 16 años

Esta ley, pionera a nivel mundial, entra en vigor a partir de este 10 de diciembre de 2025. 

Para obtener más detalles sobre cómo funciona la ley y recursos de apoyo, se puede consultar información en el sitio web del Comisionado de eSafety de Australia (en inglés) o en la página informativa de UNICEF Australia (en inglés). Desde estas líneas solo podemos hablar de posibilidades, objetivos, intenciones. 

Estamos ante un experimento social de magnitud considerable que arrostra un problema planetario. Si es un éxito puede ser un buen modelo para otros países. 

Existe la posibilidad de que algunas cosas salgan mal y de entrada la iniciativa cuanta con muchos opositores, entre ellos las plataformas, que deben empezar a pensar sobre su dañino papel en este asunto. Hay que seguir este proceso de cerca. Y ahora mismo nos puede hacer reflexionar sobre estos asuntos en nuestro país y en nuestra vida familiar y escolar.

Objetivos de esta ley

Aún no se ha aplicado esta ley y solo podemos reflexionar sobre sus razones. El propósito central de la prohibición es proteger a los menores de los peligros y perjuicios asociados al uso de las redes sociales, imponiendo una pausa en su participación en esas plataformas hasta que tengan la madurez suficiente. Entre lo que se espera evitar destacan varios aspectos: en primer lugar, reducir la exposición de niños y adolescentes a contenidos inapropiados o traumáticos (violencia, pornografía, desinformación, temas adultos) que pueden hallar en redes abiertas. La ley busca limitar el contacto con temas y discusiones que los jóvenes aún no están preparados madurativamente para procesar con criterio. 

Asimismo, se pretende combatir la toxicidad y acoso en línea: problemas como el ciberbullying, el hostigamiento entre pares, los discursos de odio y las presiones de popularidad en redes son señalados como causas de ansiedad, depresión y otros trastornos en menores. 

Al retrasar el ingreso de los niños a estos entornos, se aspira a minimizar el tiempo que pasan expuestos a conductas dañinas o comunidades tóxicas en línea. 

De igual forma, el gobierno apunta a frenar la adicción a las pantallas y la distracción digital que las redes fomentan. Se percibe que muchos chicos destinan horas excesivas a las redes en detrimento del estudio, el sueño, la actividad física u otras interacciones sociales más saludables. 

Limitar legalmente el acceso reforzará la decisión para los menores a reducir ese tiempo de pantalla y enfocarse en otras actividades.

La autoimagen y la salud psicológica

Otro problema que la política intenta atajar es el de la autoimagen y salud psicológica. Estudios y testimonios han vinculado el uso intensivo de redes como Instagram, TikTok o Snapchat con problemas de autoestima, comparaciones dañinas y trastornos de imagen corporal en adolescentes (especialmente en chicas jóvenes). 

Al mantener a los menores fuera de esas plataformas en etapas formativas, se espera proteger su desarrollo psicológico evitando al menos temporalmente las dinámicas de búsqueda de “likes” o validación social constante que pueden generar ansiedad. 

Del mismo modo, se busca dificultar el contacto con depredadores o explotadores en línea: si los menores de 16 no pueden tener perfiles, disminuye la posibilidad de que adultos malintencionados los alcancen por esas vías digitales, pero realmente públicas. La Comisionada eSafety ha mencionado que la norma prioriza la seguridad colectiva de los jóvenes, dado que crea un blindaje general en lugar de depender de las decisiones individuales de cada familia.

¿Qué se espera conseguir?

En síntesis, ¿qué se espera conseguir? Los promotores de la ley esperan un mejoramiento en la salud mental y el bienestar de los adolescentes australianos a medio y largo plazo. La ministra de Comunicaciones, Anika Wells (ocupa dos carteras ministeriales importantes en el gobierno actual de Anthony Albanese: Deportes y Comunicaciones), defendió que esta medida es demandada por los padres para atajar la crisis de salud mental, el acoso y la adicción en línea entre los chicos y las chicas. 

La visión es que al dejar que los niños sean niños (lema de la campaña mediática), recuperarán tiempo para el deporte, el estudio, la concentración en la lectura, la convivencia familiar y el sueño, alejándose de la avalancha informativa y la presión social digital. 

“Los padres quieren a sus hijos fuera del móvil y dentro del campo de fútbol, y yo también”, declaró gráficamente el primer ministro de Australia, Anthony Albanese (lidera el Partido Laborista Australiano y ha estado en el cargo desde mayo de 2022) enfatizando el ideal de que los jóvenes vuelvan a jugar y socializar cara a cara más que a través de pantallas. 

Desde esta óptica, la prohibición da a los niños más tiempo para desarrollar las habilidades y madurez necesarias antes de enfrentarse al mundo de las redes. 

La idea es que a partir de los 16 años estén mejor equipados –en criterio, autoestima, resiliencia– para manejar los contenidos y relaciones en línea de forma segura y responsable. Incluso se ha sugerido que, una vez cumplida la edad, se podrá reintroducir a los jóvenes en redes de manera más guiada: por ejemplo, usando herramientas de control parental (como YouTube Kids o perfiles supervisados) durante la adolescencia tardía, con los padres capacitados para acompañarlos. 

Google, sin embargo, advierte que irónicamente la ley “elimina los filtros de seguridad y controles parentales” que existían para los menores con cuentas supervisadas (porque ahora deberán usar YouTube sin iniciar sesión). Y en eso tienen razón. A ver cómo reacciona la comisionada Julie Inman Grant, la actual Comisionada de eSafety de Australia (eSafety Commissioner es la líder de la primera agencia reguladora gubernamental del mundo dedicada a la seguridad en línea). 

A pesar de ese argumento, las autoridades sostienen que retrasar el acceso es preferible a exponer a los niños tempranamente incluso con controles, dado que ningún sistema ha frenado del todo los daños.

Influir en las empresas tecnológicas

Otro objetivo declarado es generar un cambio cultural en las empresas tecnológicas y en la sociedad respecto a los menores en internet. La medida presiona a las plataformas a asumir un deber de cuidado hacia los usuarios jóvenes bajo pena de sanción, en lugar de dejarlas autorregularse. La autorregulación no ha funcionado. Así, se espera que las compañías innoven en verificación de edad y entornos seguros

También se busca elevar el estándar global: el gobierno australiano se enorgullece de que la prohibición es “pionera a nivel mundial” y ha recibido elogios internacionales. Se la ha citado como modelo potencial en debates de EE. UU. y el Reino Unido, presentándola como una solución valiente y ejemplar frente a un problema mundial serio. En este sentido, las autoridades australianas esperan inspirar a otros países a tomar medidas igual de firmes para proteger a la niñez en el ámbito digital.

Una ley que ayuda a los padres

Por último, la prohibición busca compensar el campo de juego para los padres y reducir conflictos familiares. Al ser una regla universal, ningún menor puede argumentar que está siendo tratado injustamente en comparación con sus amigos: todos estarán sometidos a la misma espera hasta los 16. Tal como sucede en otros términos con el alcohol. Puro sentido común.

En Australia, la edad legal mínima para comprar alcohol o consumirlo en un establecimiento con licencia (pubs, bares, tiendas de licores) es de 18 años. Otra cosa es lo que sucede dentro del hogar. Estamos ante un auténtico delito: vender alcohol a cualquier persona menor de esa edad. Esto podría aliviar tensiones entre padres e hijos, evitando las negociaciones o discusiones constantes sobre límite de edad para ciertas aplicaciones. 

“Lo que estamos haciendo es dar a esos padres otra arma en su arsenal… no es una cura milagrosa, es parte de un plan de tratamiento”, afirmó la ministra Wells , resaltando que la ley complementa los esfuerzos parentales en vez de sustituirlos. En suma, se espera conseguir entornos en línea más seguros y una generación de adolescentes más saludables y centrados en actividades formativas, al menos hasta que alcancen una madurez mayor.