Religión en Libertad

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Viático es el alimento de los peregrinos, aquello que toman para recobrar las fuerzas y proseguir en el camino. Nosotros, peregrinos del cielo, estamos sostenidos por un alimento distinto, el pan del cielo, el Cuerpo del Señor.

Todo el capítulo 6 de san Juan está escrito para mostrar esta verdad del Alimento divino. El pan que comieron en el desierto como alimento era imagen del verdadero Pan que Cristo nos iba a dar; si con aquel pan murieron, con este Pan tendremos vida. El pan que dio Moisés los nutría físicamente para seguir peregrinando por el desierto, pero el verdadero Pan, el que nos da el Padre del cielo, nutre nuestro ser entero para proseguir caminando. Es Viático; además en un sentido especialísimo: será el Pan que nos sostenga en nuestro tránsito pascual, en la hora de nuestra muerte para unirnos a la Muerte del Señor y a su Vida, nuestra Pascua personal. Durante toda nuestra existencia terrena la Eucaristía ha sido siendo un fármaco, medicina de inmortalidad; llegada la hora de nuestra muerte, la Eucaristía será un germen de vida para quien siempre se haya nutrido de ella. "El que coma de este pan vivirá para siempre... Y yo le resucitaré en el último día".

La Iglesia lo proclama cantando el III prefacio de la Eucaristía:

En verdad es justo darte gracias,

es bueno bendecir tu nombre,

Padre santo, Dios de misericordia y de paz.


Porque has querido que tu Hijo

obediente hasta la muerte de cruz,

nos precediera en el camino del retorno a ti, término de toda esperanza humana.


En la Eucaristía, testamento de su amor,

él se hace comida y bebida espiritual,

para alimentarnos en nuestro viaje

hacia la Pascua eterna.


Con este anticipo de la resurrección futura,

en la esperanza, participamos ya

de la mesa gloriosa de tu reino

y, unidos a los ángeles y a los santos, proclamamos el himno de tu gloria:

La Eucaristía es prenda de vida eterna:

La vida eterna no es algo que acontece después, sino que ha empezado ya a quien vive en Cristo y come su Cuerpo. Ya, aquí, comienza la vida eterna que después de la muerte, será feliz, totalmente gozosa. Y la Eucaristía es prenda de nuestra resurrección; nuestro cuerpo, nutrido con el germen de Vida eucarístico, será transformado en cuerpo glorioso en la resurrección del último día.

El sacramento para los moribundos, aunque creamos es la Unción de enfermos, es en realidad el Viático, su última y solemne comunión eucarística, para unirse al Señor en esta Pascua que va a vivir con su muerte.

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