Lunes, 29 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Carta abierta a los 71 sacerdotes de Gerona

por José Gea Escolano

Queridos amigos sacerdotes: Leo que habéis publicado un manifiesto en el manifestáis vuestra disconformidad con el celibato obligatorio y con la no admisión de las mujeres al sacerdocio.

Precisamente acabo de publicar dos artículos sobre el celibato, y creo que os pueden ayudar en vuestra reflexión. Los podéis ver en religionenlibertad.com

No os conozco, pero para mí sois sacerdotes y por tanto, hermanos. Os escribo considerándome hermano entre hermanos para aunar criterios si es posible.. Y desde luego, siempre dentro de la comunión eclesial. No soy vuestro obispo, pero soy obispo de la Iglesia Católica. Por ello,

UNAS ACLARACIONES

Según he visto en los comentarios de mis dos artículos sobre el tema, creo conveniente aclarar algunos puntos que, aparte de los criterios personales y opiniones que podamos tener uno y otros, creo que merece la pena exponerlos.

En vuestro manifiesto veo dos cuestiones muy distintas: manifestáis el deseo de que las mujeres puedan llegar a ser sacerdotes, y que se suprima el celibato obligatorio.

1) En cuanto al sacerdocio femenino, citaba a Juan Pablo II en uno de mis artículos en el blog; dice así: "Con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia (Ordinatio Sacerdotalis 4).

Fijaos que habla de a) algo que atañe a la constitución divina de la Iglesia, b) lo hace para confirmar en la fe a los hermanos, c) que se trata de un dictamen definitivo y d) se dirige a todos los fieles de la Iglesia. ¿Es esto una definición dogmática?

Un año después, la Congregación para la Doctrina de la Fe en su respuesta a una consulta del episcopado estadounidense, señalaba que esta enseñanza ha sido considerada "infalible por el Magisterio ordinario y universal de la Iglesia".

"Infalible" sabemos que quiere decir que la Iglesia presenta una verdad como segura y sin posible error. Y no hay Papa ni Concilio que pueda enseñar algo contrario. Y si ni un Papa ni un Concilio lo pueden cambiar, menos, un cristiano o grupo de cristianos.

Lo primero que os rogaría es que no juguéis con la fe; lo que enseña el Papa como Papa nadie lo puede cambiar y todos los cristianos lo debemos aceptar. Además, sois pastores y, por tanto, habéis de presentar a los fieles la doctrina clara y definitiva de la Iglesia.

2) En cuanto a la obligación del celibato para el sacerdocio, más que considerarlo como una norma disciplinaria que se puede cambiar a placer, lo considero, más bien, como la lógica de un sacerdocio ejercido de la manera más perfecta posible

Y es que si se entiende el celibato no como una vocación, sino como la renuncia a todo lo que pueda limitar la acción sacerdotal, es claro que el matrimonio a pesar de ser un sacramento, limitaría la dedicación plena del sacerdote a la evangelización de todo el mundo, en función de la cual está el sacerdocio. El problema está no tanto si la Iglesia obliga, sino en si el llamado al sacerdocio está dispuesto a actuarlo al estilo de Jesús. No olvidéis que es el mismo sacerdocio.

La actitud de la Iglesia al conceder el sacerdocio sólo a quienes hayan hecho opción por el celibato, es lógica; quiere que los sacerdotes se entreguen de lleno a su tarea sacerdotal. Esto no es obligar al celibato; eso es querer que el sacerdocio que confiere pueda tener su máxima expresión.

No se trata de que unos seamos partidarios del celibato y otros, no. Es opción personal. Lo que hemos de plantearnos, vosotros y yo, es si amamos tanto a Jesús que estemos dispuestos a entregarnos a Él y a su obra en exclusiva, sin familia propia, sin afán de dinero, sin deseos de una vida cómoda, sin aspirar a puestos más o menos brillantes... Por ahí va el celibato.

Y por otra parte, recordad que en la Iglesia Católica Oriental, los casados pueden ser ordenados sacerdotes, pero los ordenados como sacerdotes no pueden casarse, aunque enviuden. Late en el fondo la misma idea: El sacerdote debe entregarse en exclusiva a Jesús. Si es llamado cuando célibe, ha de seguir siempre célibe; si es llamado cuando ya está casado, se entrega al ministerio atendiendo a sus compromisos matrimoniales. Pero al enviudar, no puede reducir su sacerdocio con un compromiso posterior que implique una disminución de su pastoreo.

Con todo afecto,

José Gea
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