Martes, 07 de mayo de 2024

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Melodías para defender la vida

por Antonio Gil

La vida es insegura y peligrosa, y hay que aceptarlo. Pero hay un temor particularmente pernicioso: el temor a uno mismo. El que está convencido de la razón, de la validez de su punto de vista, de la posibilidad de justificarlo, no tiene derecho a presentarlo con tibieza, timidez, borrosidad o desánimo. Tiene que exponerse, descubrir los flancos que puedan ser vulnerables, y defenderlos, todo ello con la mayor brillantez posible, con la buena retórica veraz que es inseparable del verdadero ejercicio de la democracia. Esta actitud es exigible a todos. Y por eso, tienen pleno sentido las «concentraciones por la vida», que se ha celebrado prácticamente en toda España. Se trata, sencillamente, de defender actitudes, razonamientos, con los medios que pone a nuestro alcance el marco democrático. Y esta vez, en defensa del don más preciado, más sagrado, que es el don de la vida.
 
Algunas hermosas melodías, arrancadas de las páginas de la historia, pueden servir como telón de fondo. La melodía de aquellos patricios que, en la época de máximo esplendor del Imperio Romano, empezaron a proclamar la liberación de los esclavos. La prosperidad de Roma se asentaba sobre la institución de la esclavitud, protegida por leyes que establecían que los esclavos eran individuos que, aun perteneciendo a la especie humana, no eran «personas» en el sentido jurídico de la palabra; esto es, no se les reconocía capacidad para obligarse, y tampoco los derechos inherentes a tal condición. Los esclavos eran «bienes» en propiedad de sus amos.
 
La melodía del cineasta Paolo Pasolini, a quien nadie podrá catalogar como meapilas, que en un memorable articulo publicado en el «Corriere della Sera», proclamaba: «Soy contrario a la legalización del aborto porque la considero una legalización del homicidio. Que la vida humana sea sagrada es obvio: es un principio anterior y más fuerte que cualquier principio de la democracia». A conclusiones semejantes llegaba el filósofo del Derecho Norberto Bobbio, cuya adscripción ideológica al socialismo era notoria: «Hay tres derechos en liza. El primero, el del concebido, es fundamental. Los otros dos, el de la mujer y el de la sociedad, son derivados».
 
La melodía del añorado filósofo Julián Marías, quien en un espléndido articulo publicado en el año 1994, sostenía que «la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo, que se va acercando a su final». Y esa última melodía que ha de estremecernos a todos: «Una sociedad que no es solidaria con sus propios hijos, no puede serlo con los pobres».
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