Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Hablar de Dios resulta peligroso en la Iglesia

por José Alberto Barrera

Ahora que comenzamos la recta final del Adviento y se avecina la Navidad y el Año Nuevo, es un buen momento para reflexionar acerca de lo que ha sido este año de blog, con sus posts y sus comentarios, en el que he disfrutado de la inestimable paciencia de los lectores.

Me cuenta Arantxa en el último post, una asidua lectora que mi blog cuyos comentarios siempre me han supuesto un desafío, que mi blog le produce un revoltijo cada vez que lo lee, concediéndome que ciertamente es provocativo. No es la única, un lector, Perico, ha propuesto hace dos post que me elijan papa, y por supuesto no faltan quienes me alaban el haber descubierto la pólvora.


Claramente es difícil hacer llover a gusto de todos, y se agradecen los comentarios de apoyo, aunque también me encantan los comentarios razonados y contrarios, pues me he propuesto exponer aquello que pienso a la picota pública para poder aprender de la interacción que supone el debate cibernético.

Uno de los mejores momentos de este año, fue cuando Iván, “un progre que me lee”, me confesaba su desconcierto ante unos artículos que parecían salidos de la boca de un progre por su temática, pero que se enmarcaban en esta publicación ReL y dejaban entrever mi trasfondo carca.

En esta tónica alguno me ha propuesto que escriba en Protestante Digital, y creo que también en Religión Digital; y no ha faltado quien me ha expresado su preocupación acerca de mi futuro en ReL o quien incluso se ha rasgado las vestiduras preguntándose cómo puedo escribir en este medio.

Ojalá fuera tan polémico para muchos, como parece que lo soy para unos pocos, eso significaría que se ha creado el debate.

No sé ustedes, a mi me da la sensación de que hay algo en el espíritu español que nos lleva a ser individualistas, radicales y viscerales en todo lo que emprendemos. Como consecuencia nos apresuramos a condenar a los que no son como nosotros, y lo hacemos de manera apasionada e inmisericorde.

La iglesia española es hija de la cultura de un país en el que parece como si los reinos de taifas todavía estuvieran de plena actualidad. La consecuencia es que muchas veces esto de dar opinión en materia de religión y de iglesia, se puede convertir en un paseo por un campo de minas.


Pero el problema no está solamente en plantear soluciones pastorales atrevidas, en provocar un debate acerca de tópicos gastados (lo carca y lo progre) o en intentar despertar la conciencia latente de una iglesia adormecida y avejentada que como el rey Théoden del Señor de los Anillos necesita ser resucitada de su letargo.

El problema está en que hablar de Dios resulta peligroso entre cristianos, pues rápidamente le tachan a uno de iluminado o herético, y le condenan por desviarse un milímetro del statu quo reinante.

Ante esta perspectiva, uno siempre intenta ponderar las opiniones emitidas, y salvar el buen nombre de todos, sin que en el intento le decapiten, lo cual se hace sumamente difícil, pues al final los profetas son linchados públicamente  en cuanto tocan temas incómodos para el pueblo de Dios.

Y si no miren el caso de los Carismáticos y de los Neocatecumenales, que si algo tienen en común es una experiencia radical de Dios, y son denostados en muchos ambientes eclesiales porque con su vida y su ejemplo están predicando una verdad incómoda.

Existe una “zona de confort” para la iglesia actual, en la que podemos hablar de obispos, de curas, de liturgia, de acción pastoral, de defensa de la vida, de oposición a la retirada del crucifijo así como de los grandes temas clásicos que todos tenemos en común en la Iglesia. Vayan a cualquiera de los tres grandes portales de religión en la Red y allí los encontrarán.

 No puedo seguir con la lista para no entrar en temas polémicos que dividen a la gente en dos categorías, la de los que obedecen y la de los rebeldillos. Pero aún de estos temas -que si Misa en latín, que si curas casados, que si iglesia vertical u horizontal- se puede hablar en cada uno de los grandes foros públicos, sin que te lleven a la hoguera por ello, siempre que hables de los temas en el portal de internet adecuado donde la gente sea de tu misma cuerda eclesial.

El problema es cuando empezamos a tocar verdades incómodas, como por ejemplo la tan polémica gratuidad de Dios que tanto se predica en una parte de la Renovación Carismática, o nuestra radical necesidad de conversión del pecado y vuelta al bautismo que nos recuerdan los Neocatecumenales.

Todas estas cosas y muchas más, sin quererlo, denuncian que no se vive el mensaje del Evangelio con la suficiente radicalidad y sólo dejan a la gente dos opciones, la autocrítica y la conversión, o ponerse a la defensiva denostando al mensajero.

Mi sensación es que la gente, en el fondo, no está dispuesta a cambiar y a renunciar a sus esquemas ni a la vida que se han hecho, y así, los progres serán siempre progres y los carcas serán siempre carcas. Y en esto se nos va la vida y las energías, como si no hubiera nada mejor que hacer, en un mundo que está en crisis porque le falta Dios.

El Evangelio trata del cambio, y ojalá nos llegue a todos el cambio que Dios quiere, el que sea, para llevarnos a esa primavera del Espíritu Santo que se avecina. Las Navidades se acercan y le pido al Niño que llega, que nos regale el ver cosas nuevas en nuestra tan querida Iglesia.

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