

Una pregunta que preocupa a cualquier padre que vive su fe como un don, un tesoro que llena de sentido su vida y que, en consecuencia, desea transmitir a sus hijos. Porque, ¿no es natural desearles lo mejor a quienes más quieres?
Christian Smith es profesor de sociología en la Universidad de Notre Dame y lleva dos décadas estudiando este tema entre los adolescentes norteamericanos y sus familias. En base a sus resultados ha publicado un libro, Handing Down the Faith: How Parents Pass Their Religion on to the Next Generation en el que recoge lo que ha descubierto al respecto (no solamente analizando lo que ocurre entre los cristianos, sino también entre judíos, musulmanes, hindúes o budistas). Los resultados no son nada sorprendentes, incluso podría decirse que son obvios y conocidos, algo que cualquiera con un poco de sentido común, ojos para ver y criterio para juzgar puede concluir sin necesidad de tantos años de estudios sociológicos. Pero por ello mismo son especialmente sólidos: encajan en lo que vemos a diario.
Escribiendo en First Things, Christian Smith lo explica así:
“La buena noticia es que, entre todas las influencias posibles, los padres ejercen la mayor influencia en la vida religiosa de sus hijos. Dicho de otro modo, la mala noticia es que casi toda la responsabilidad humana sobre las trayectorias religiosas de los hijos recae sobre los hombros de sus padres. La evidencia empírica es clara. En casi todos los casos, ninguna otra institución o programa influye en la formación religiosa de los jóvenes como lo hacen sus padres: ni las congregaciones religiosas, ni los grupos de jóvenes, ni las escuelas, ni los viajes de misión y servicio, ni los campamentos de verano, ni la escuela dominical, ni la pastoral juvenil, ni ninguna otra cosa. Estas influencias pueden reforzar la influencia de los padres, pero casi nunca la superan ni la anulan. Lo que hace que cualquier otra influencia palidezca hasta la insignificancia es la importancia (o no) de las creencias y prácticas religiosas de los padres estadounidenses en su vida ordinaria, no sólo en los días festivos, sino todos los días, a lo largo de semanas y años.”
Una advertencia: como buen sociólogo, Smith está hablando de los comportamientos generales. Esto no significa quela gracia puede actuar y actúa donde quiere, y que alguien en quien todas las influencias le alejen de la fe pueda caer del caballo y entregar su vida a Dios. Por eso escribe que “casi nunca”. Casi nunca, o sea, en alguna ocasión.
Pero hablando de lo general, de lo normal, encontramos que:
Como explica Smith: “dejando de lado los casos excepcionales, lo que está casi garantizado es que los padres que no están especialmente comprometidos, atentos y que se esfuerzan por transmitir su fe, producirán hijos menos religiosos que ellos, y eso en el mejor de los casos”.
¿Algunas propuestas prácticas que nos puedan ayudar a quienes tenemos hijos?
Esto es lo que nos dice Christian Smith:
Nada es seguro en esta vida y cada uno toma sus propias decisiones, por lo que no hay fórmulas infalibles… pero lo que explica Christian Smith tiene mucho sentido.