Domingo, 28 de abril de 2024

Religión en Libertad

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El extraordinario parecido de Kiko Argüello y el Dr. House

por José Alberto Barrera

No se trata de parecido físico, aunque desde luego a mí me da la impresión de que en un cierto sentido lo hay, pero estoy seguro de que me lo discutirán.Se trata del parecido moral entre un personaje de ficción, el Doctor Gregory House y una de las personas que más impacto han tenido en la Iglesia moderna, Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumenal.


      

Lo que siempre me ha fascinado de Kiko Argüello es el fuego que le consume, y que le lleva a predicar a tiempo y a destiempo, con celo, la palabra del Señor. Tiene un sentido de urgencia de lo más escatológico, y es un hombre apasionado, que testimonia más que enseña.

Es una persona que no se deja llevar por los respetos humanos, y esto le hace un radical que por donde pasa crea polémica, porque no deja a nadie indiferente. Tiene un algo de atrevido, de rompedor de esquemas y de convenciones, de obstinado con su idea fija, y también a veces de gruñón y antipático, porque no busca la fama y le molesta que a los Neocatecumenales les llamen Kikos, como si le siguieran a él.

Por otro lado el Dr. House, protagonista de la serie de la cadena Fox que tanto éxito tiene en España, es un personaje solitario, gruñón también, y que rompe todos los moldes habidos y por haber. Su genialidad toca con la excentricidad, y si hay algo que le consuma es la pasión por encontrar la verdad, en su caso médica, para lo que está dispuesto a lo que sea. Detrás de sus estrambóticas salidas de pata de banco, siempre hay una razón: curar al paciente.

Kiko Argüello lo tiene clarísimo: nos falta el kerigma. Le puedes invitar a hablar sobre lo que quieras, al final acabará por dar testimonio de lo que el Señor ha hecho en su vida y soltarte el kerigma. Esto es lo que hacen los Neocatecumenales, a tiempo y a destiempo. Con un acento puesto en esa enfermedad que tenemos llamada pecado, todo su afán es traernos la cura en Jesucristo, que nos salva a todos.

Luego del kerigma, vendrán los pasos del Camino Neocatecumenal, el precatecumenado, el catecumenado postbautismal, la elección y renovación de las promesas bautismales y la familia de Nazaret. Una singular y genuina vuelta al bautismo para una iglesia que ha catequizado a espuertas, sin convertir previamente a sus miembros.

  

Recuerdo un capítulo de House en el que un músico le decía que ambos eran iguales porque tenían un don, y lo dejaban todo por servir a ese don, lo que les hacía unos solitarios. Al final, Gregory House siempre da con la cura, por más que en el camino de hallarla muchas veces sea incomprendido y escandalice a los que trabajan con él en el hospital.

A Kiko no le veo solo, tiene a Carmen, a Don Mario, y cientos de comunidades en todo el mundo que siguen su liderazgo e inspiración. Pero tiene algo de diferente, no es cura ni casado, y  está claro que vive una consagración plena al Señor. Desde luego incomprendido sí le veo por muchos en la Iglesia, aunque también es cierto que se le han abierto las puertas en muchas diócesis del mundo (entre otros Benedicto XVI cuando era Ratzinger).

El caso es que Kiko es difícil de catalogar, hay algo en él de un Juan el Bautista, un precursor quien “tenía su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre.” (Mt 3,4) Hay algo de asilvestrado en él, que difícilmente nadie puede domesticar.

Quizás esta comparación sea un poco atrevida, más aún cuando se trata de un personaje de ficción y de una persona real. Ambos tienen un algo de insolente, de radical y de pasión al servicio de la verdad, que bien quisiéramos muchos en la Iglesia. Ambos son perseguidos e incomprendidos a veces, pero al final, nadie puede negar que tienen resultados: la gente se sana, se convierte.

A uno le pueden gustar poco o mucho los Neocatecumenales; como House no son plato de gusto para algunos. Hay quien pensará si acaso me he vuelto “Kiko” por escribir estas líneas, lo cual no es el caso; sencillamente pienso mucho en ellos y en lo que el Señor ha hecho por su intermedio. Creo que tenemos mucho que aprender del Camino, aunque también creo que es un camino particular y exigente que no es para todo el mundo, un auténtico carisma para la iglesia.

En la Iglesia “hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor… En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común…”
(
1 Co 12, 3b-7.12-13).  Celebremos esta diversidad, y aprendamos a buscar la Verdad y al Señor con audacia y pasión, y aprendamos cómo volver a nacer, renovando el bautismo como lo hacen los Neocatecumenales.





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