Ojalá tuviéramos a un Paco Pepe Fernández de la Cigoña en ReL

 La noticia que se adelantó en los mentideros de internet ya es realidad, Francisco José Fernández de la Cigoña se pasa a la Gaceta de los Negocios y cierra el campanario en el que tenía instalado su blog en la página de Religión Digital.

No le conozco en persona, a pesar de que parece ser que somos coparroquianos, y tampoco entraré a valorar sus opiniones; baste decir que es un fenómeno mediático en esto del “blogerismo” religioso, muy digno de atención.

Y la atención es lo que llama su trayectoria, siendo un ultraconservador furibundo a veces, irónico otras, y cultivado siempre, que ha nadado en un medio dirigido por José Manuel Vidal, que es santo y seña de una manera de hacer periodismo religioso y una tendencia eclesial que es abiertamente contraria a la suya.

Lo admirable de Fernández de la Cigoña y Vidal, es que en una página tan “progre” haya tenido sitio alguien tan “conservador”, y ambos se profesen eterna amistad, respeto y admiración, lo cual me lleva a la presente reflexión.

Con las últimas incorporaciones de Religión en Libertad, vemos como se va consolidando este espacio bloguero en el que escribimos todos a la par que se va dibujando un perfil y una manera de pensar y opinar que nos da seña e identidad.

El caso es que desde el principio, a mi me ronda y me preocupa el pensar quiénes serán los que nos leen, y por los meses que llevo en este periplo, la cantidad de gente conocida que tengo como vecinos de blog, y las opiniones que a menudo leo los blogs, tengo que concluir que somos de lo más homogéneo.

Por eso me pregunto qué efecto tendría tener un Fernández de la Cigoña -léase una nota disonante- en este conjunto tan harmónico de blogueros y “noticieros” del que formo parte.

Más allá del interés periodístico y hasta filosófico de tener un contrapunto, me parece de lo más educativo el tener que convivir con propios y extraños, para así  reconocernos como hermanos si lo que estamos haciendo es hablar de temas de religión.

Qué le vamos a hacer, me aburre la uniformidad y me admiran casos como el de Paco Pepe, donde se puede ver cómo un editor de la juega ante sus colegas poniendo a alguien que por libérrimo no es políticamente correcto.

Lo contrario es correr el riesgo de que al final escribamos para los nuestros y cosechemos el aplauso de la autocomplacencia y la homogeneidad, peligro que también se corre en la Iglesia en general.

Valoro mucho las opiniones que me dejan en el blog, y espero que nunca falten voces que me critiquen y edifiquen, sirviéndome de inspiración y de exigencia para ir a más y a mejor en mis contenidos. Si algo tiene de diferente un blog es que es una especie de artículo interactivo, en el que el diálogo que abre es casi más importante que lo que escribe el periodista.

A veces en la iglesia en la que he crecido, tan homogénea en un sentido y tan fracturada en otros sentidos, no puedo evitar sentirme un tanto claustrofóbico ante tanto defensor acérrimo de su terruño.

Mi experiencia vital y eclesial ha sido que cuanto más he conocido otras tendencias, otros movimientos, otras iglesias- y sobre todo otros cristianos- más se ha fortalecido mi identidad propia. Aún diré más, incluso grandes amistades con gente atea, agnóstica o simplemente de otra creencia, me han inspirado y animado en mi fe mucho más de lo que lo habría hecho el quedarme en la parroquia donde nací a la fe.

No soy el único a quien le ha pasado esto. Me viene a la mente el magnífico libro “Tú eres mi amado” de Henri Nouwen, nacido de su amistad profunda con un judío no practicante a quien le habla del cristianismo y las razones por las que creer, dando así luz a un libro que ha inspirado a muchísimos cristianos.

Me acuerdo también de “La esfera y la cruz” de G.K. Chesterton, donde un ateo y un católico se baten en duelo para desesperación de toda Inglaterra por el honor de la verdad que ambos dicen profesar.

Sin llevarlo a estos extremos, me pregunto si no será bueno un poco de picante para aderezar esta magnífica página que entre todos estamos construyendo y conseguir así aprender algo nuevo, y de paso atraer a los que por el momento no nos leen porque somos demasiado monocolores.