La extrema derecha anti-liberal que lee religionenlibertad.com

08 octubre 2009 00:00

El “cariñoso” apelativo no es mío, lo robo de un comentario del blog de Alejandro Campoy (escrito por un tal CCCP, un seudónimo que es en sí mismo toda una declaración de intenciones). He de confesar que aunque aspire a no meterme en política en mi blog, no puedo evitar entrar al trapo y comentar que a veces me sorprende la asociación que algunos hacen de política y religión.

No sé si soy un postmoderno, un desencantado, o simplemente un bicho raro que ha viajado demasiado; el caso es que la política española me aburre soberanamente, por más que siga escuchando las tertulias radiofónicas con cierta asiduidad a falta de nada mejor que echarme a la oreja cuando salgo de casa sin el Ipod. Qué le vamos a hacer, me interesan mil veces más los temas de Dios y de Iglesia, y las veleidades del poder, y de quienes se dedican al mismo, no me llaman lo suficiente como para pasarme la vida combatiéndolas.

Pero oír hablar de temas de Iglesia referidos a la política, y ver cómo para algunos las dos cosas van de la mano, me da qué pensar y qué opinar.

Hay política en la Iglesia, cuando nos hacemos una Iglesia de derechas y otra de izquierdas.

Hay política en los corazones, cuando nos hacemos un esquema de buenos y malos, y juzgamos sin salvar a las personas- o sin rezar para que se salven- por mucho que creamos que combatimos el error.

Hay política cuando nos preocupan los partidos y las siglas y las tradiciones más que la salvación de las almas.

Con todo y con eso, qué aburrida es la política; a mí en cambio me apasiona Don Camilo del genial Guareschi, y me gusta deleitarme sacando lo mejor de los escasos Peppones y Don Camilos que tenemos , sin tener que condenar a nadie.

Recuerdo una anécdota reveladora, que presencié en Santa María de Caná hace unos años. En las peticiones de la misa de niños dijo un chavalín: “por Zapatero, para que se convierta” y la iglesia entera prorrumpió en una sonora carcajada. Algo me dice que la política pudo más que ese corazón cristiano que reza por el enemigo y ayuda al equivocado. Y que conste que pienso que nuestro incalificable presidente necesita más conversión que nadie.

Volviendo al tema que titulaba este post, me pregunto cómo se definen los lectores de Religión en Libertad. Obviamente no vamos a sentar cátedra por lo que opine el tal CCCP, pero ha despertado mi curiosidad malsana, pues no puedo evitar pensar que quizás el público que nos lee es más homogéneo de lo que me gustaría, sobre todo para poder tener un sano y creativo debate.