Domingo, 28 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Cuántos católicos cerriles andan sueltos

por José Alberto Barrera

Pido perdón de antemano por este desahogo que me voy a permitir. Aún a riesgo de no ser políticamente correcto ganándome un lugar en la lista negra de algunos, y de herir la sensibilidad de muchos lectores, hoy no puedo dejar de hablar de ecumenismo.

Creo que en la Iglesia hay mucho ecumenismo de boquilla. Eso de amar al hermano protestante está muy bien en la teoría, pero ¿quién lo hace en la práctica?

Acabo de estar con una amiga que ha ido de peregrinación con el Padre Enrique por Europa. Estas peregrinaciones de este maravilloso sacerdote a quien admiro y he tenido el privilegio de tratar, tienen como peculiaridad que se hacen fiados de la Providencia, pidiendo posada y comida como aquellos frailes mendicantes de San Francisco de Asís. La providencia no defrauda y siempre hay qué comer y dónde dormir  de balde, en monasterios, hoteles, pajares o lo que se tercie.

Me contaba mi amiga dos cosas que me han llamado mucho la atención. La primera es que cada vez que entraban en una tienda regentada por musulmanes, les daban de comer, e incluso les ofrecían llevarse lo que quisieran, porque entendían perfectamente qué es eso de ser peregrino por su religión. Lo gracioso es que, como carta de presentación, llevaban una misiva nada menos que del cardenal Antonio María Rouco, la cual también servía hasta con los infieles.

El caso es que un día llegaron a un pueblo donde el párroco católico les mandó a la porra y les negó posada, por lo que fueron a llamar a una iglesia protestante. No sólo les atendieron, sino que al instante les abrieron su albergue, y les dieron las llaves de su iglesia para celebrar la Eucaristía en ella.

¿Se pueden creer que algunos se quejaban porque “no era una iglesia católica” y ponían pegas a celebrar la misa en la misma? ¡En una iglesia!

A dónde hemos llegado. Aparte de una rampante falta de comprensión teológica de lo que la Iglesia entiende sobre las iglesias hermanas separadas, creo que lo que más me enerva es lo cerriles y pueblerinos que podemos llegar a ser como católicos, haciendo deshonor a lo universal de nuestro nombre.

(Nota: Este es el momento del artículo donde saltan todas las alarmas y la gente se prepara para lapidarme, diga lo que diga. La integridad de la fe católica está en peligro, y se necesitan paladines para defenderla…)

 

Qué falta de visión y de sentido histórico, qué aparente falta de humanidad y de hermandad. Por si fuera poco, cuánta cortedad intelectual y qué pocos estudios de teología de los que hacen gala la mayor parte de los críticos con nuestros hermanos separados.

En el fondo tienen miedo a salir de su pueblo, y se sienten amenazados por todo lo que viene de fuera, y lo que es más grave, ven el enemigo en las personas equivocadas, mientras el mundo sigue cuesta abajo sin que hagamos nada por cambiarlo, preocupados en combatir al diferente.

Tampoco es de extrañar, nos pasa lo mismo dentro de la Iglesia. Se llama espíritu de división y es uno de los pecados más graves que nos afligen como Iglesia. Si no eres progre, eres carca; que si eres del Opus o de los Neocatecumenles, de los de Comunión y  Liberación o de los Cursillistas; que si Dominico o Jesuita, que si Franciscano o Legionario, que si calzados o descalzados, que si misa de frente o de espaldas, que si de la parroquia del pueblo o la de la estación…qué escándalo de desunión que sale del corazón. En el fondo somos todos nacionalistas de nuestro terruño.

Creo que estoy en posición de conocer las virtudes y defectos de la reforma protestante, y el cisma anglicano, no sólo desde la teología sino desde la práctica. Si nos ponemos a hablar de teología, sé como el que más de Trento, la Contrarreforma y todo lo que viene después. Precisamente por tratar con protestantes he tenido que ahondar en mi catolicismo, aún a riesgo de que me lo desmontaran (y les aseguro que mucha tontería y hojarasca se desmonta cuando comparas)

Creo que he salido reforzado de la prueba y me siento orgulloso de la Iglesia Católica suscribiendo con el corazón en la mano y la cabeza sobre los hombros, su Magisterio, y reto a cualquiera a encontrar una teología “desvíada” en mis post (si el que la encuentra es mi obispo, gustoso y obediente me enmendaré)

Así que nada más natural que hacer mío aquello de la Lumen Gentium haec ecclesia subsistit in Ecclesia catholica, a Successore Petri et Episcopis in eius communione gubernata”.

A  los que tanto saben de catolicismo, les recomendaría leerse la Unitatis Redintegratio (Decreto sobre la unidad del Concilio Vaticano II), la Dominus Iesus (de la Congregación de la Doctrina de la Fe sobre la Unicidad y la Universalidad Salvífica de Jesucristo y de la Iglesia), la Encíclica Ut Unum Sint, y la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación (De la Iglesia Católica y la Federación de Luterana Mundial) 

Aplicando todo esto, el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, cardenal Walter Kasper, acaba de decir en el Congreso Internacional “Renovabis 2009”:

El ecumenismo no es un lujo, que se suma a la normal actividad eclesial y pastoral, sino un deber esencial y actual de la iglesia y de todos los cristianos”. 

Por si leer tanto documento resultara muy trabajoso, el  Catecismo de la Iglesia Católica, citando al Concilio Vaticano II, lo resume así:

818 Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas "y son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la separación y la Iglesia católica los abraza con respeto y amor fraternos... justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con razón por los hijos de la Iglesia católica como hermanos en el Señor"

819 Además, "muchos elementos de santificación y de verdad" (LG 8) existen fuera de los límites visibles de la Iglesia católica: "la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los elementos visibles" (UR 3; cf LG 15). El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la Iglesia católica. Todos estos bienes provienen de Cristo y conducen a Él (cf UR 3) y de por sí impelen a "la unidad católica" (LG 8).

Que cada cual saque sus conclusiones; la mía es que frente a un mundo en crisis, ante el cual deberíamos reaccionar con unidad y un serio compromiso de evangelización,  lo único que parece importar a muchos es aquello de :

"—Maestro —dijo Juan—, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo impedimos porque no es de los nuestros.
 —No se lo impidan —replicó Jesús—. Nadie que haga un milagro en mi nombre puede a la vez hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor de nosotros." 
(

Marcos 9,38-40)

Si yo fuera el enemigo, me estaría frotando las manos ante un ejército tan dividido y poco preparado para ponerse en orden de batalla.

Para terminar en un tono más positivo, estoy absolutamente convencido de que hay una bendición de Dios para quienes trabajan con un corazón ecuménico y creo que el pontificado de un Papa precisamente alemán, tan capaz y probado en el diálogo interconfesional, es todo un signo de los tiempos que debiéramos captar.

 

 

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