Viernes, 26 de abril de 2024

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Y la Navidad, ¿qué tal, bien... o en familia?

Y la Navidad, ¿qué tal, bien... o en familia?

por Canta y camina

Esta frase me pone del hígado, la escuché una vez en la radio a modo de chiste y no me gustó nada pero me dio qué pensar. ¡Cuántas personas hay que lo pasan mal en las fiestas de Navidad cuando se reúnen las familias!

Estamos a 2 de Enero, ya han pasado Nochebuena y Navidad, Nochevieja y Año Nuevo; ya sólo falta que vengan los Reyes Magos.

¿Cómo lo has llevado hasta ahora? ¿Has pasado las fiestas con tu familia? ¿Qué tal: bien, mal, una gozada, ni fu ni fa, un trámite inevitable, una tortura china…?

Hay familias verdaderamente preciosas, unidas, que se quieren mucho, que se llevan bien, que disfrutan reuniéndose todos los que pueden, que añaden al fiestón de la Navidad la fiesta de poder estar todos juntos y compartir mesa, mantel y compañía. ¡Una maravilla!

Hay familias en las que no pueden reunirse todos por lo que sea: por distancia, por trabajo, por enfermedad, porque alguno ha muerto durante el último año… Esto es muy duro siempre para algunos.

Hay familias que se han roto del todo, que no tienen arreglo por mucho que algunos de sus miembros lo deseen: igual que dos no discuten si uno no quiere, dos no se arreglan si uno no quiere, y la soberbia es una planta con la raíz muy profunda, así que algunas personas de estas familias ni se plantean pasar juntos las fiestas, lo que por un lado evita situaciones tensas pero en el fondo es una pena.

Y hay familias que tienen conflictos, que se quieren y se odian-ya me entiendes-, en las que no todos se llevan bien, incluso hay quien no soporta a este o al otro y sin embargo… ¡hay que reunirse en Navidad! Es una verdadera lata tener que cenar y/o comer con tu hermano-cuñada-suegro-tía-primo… a quien no soportas, que te cae fatal, con quien te llevas a matar, ¡precisamente en Navidad!, con todas sus connotaciones de amor, paz, fiesta, compartir, buenos deseos, buen “rollito” con todo el mundo, etc., etc., etc.

¿Qué quieres que te diga? No elegimos a nuestra familia, tenemos la que nos toca y además la familia política y con estos bueyes tenemos que arar. Además, no eres tú el único sufridor, a ti también hay que aguantarte, ¡a ver si te crees que eres moneda de cinco duros que a todos gusta! O de dos euros, que las generaciones más jóvenes ni saben lo que es un duro.

Lo que decía, que tú también tienes tu carácter, tus rarezas, tus cosas que pueden molestar a los demás e incluso sacarlos de quicio. Lo que tú sientes puede que lo sienta otro hacia ti, ¿no lo habías pensado?

Pero ya que en estas fiestas celebramos lo que celebramos y hay que reunirse, vamos a pasarlo lo mejor que podamos, vamos a no hacer sangre en lo que nos molesta o nos repugna de esas personas, vamos a no crear tensión, vamos a evitar situaciones desagradables.

Mejor darle la vuelta, esto se ha puesto pelín negativo: vamos a tratar a todos como queremos que nos traten; vamos a procurar que los niños de la casa respiren armonía; vamos a hacer lo posible para que tu hermano-cuñada-suegro-tía-primo a quien no soportas lo pase bien; vamos a estar pendientes de que todos los que se sientan a la mesa con nosotros estén a gusto, no les falte comida ni bebida, reciban de nosotros una cara agradable, una sonrisa, un piropo, un beso… Que se queden sorprendidos porque en vez de pegarles un corte les hemos dicho algo bonito. No va a ser hipocresía ni cinismo, vamos a querer que lo pasen bien de verdad.

No te preocupes si parece que tu esfuerzo cae en saco roto, si esa persona que tienes atravesada te sale con una impertinencia, siempre ha habido y habrá…. “¡aiiiiins!”, como dice una amiga mía cuando le apetece decir tacos pero no debe.

Mira San José: nadie tenía mejor disposición que Él para hacer la voluntad de Dios, para darle a Jesús lo mejor que podía proporcionarle, para atender a María con amor y dignidad; preparó lo necesario para el nacimiento con toda su ilusión. Y nada salió como lo había planeado y encima le dieron con todas las puertas de Belén en las narices.  Pero mira, en el S.XXI seguimos hablando de él y tomándolo como ejemplo.

Puede que ya sólo nos quede el día de Reyes para juntarnos todos así que no es para tanto si las reuniones familiares no son lo tuyo. ¡Venga, ánimo, tú puedes! Todos podemos.

Todos podemos dejarnos llevar por lo que nos brota, a saber: pasar de quien nos cae mal o bien pegarle un corte, ser maleducado, no ofrecerle el roscón, ponernos en un rincón a mirar el móvil esperando que llegue la hora de irnos… eso está chupao, no tiene ningún mérito ni ningún valor.

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Y todos podemos superarnos. Con esfuerzo todos podemos pisotear nuestro orgullo y ofrecer lo mejor de nosotros mismos. Todos podemos, si nos empeñamos, ser corteses y educados, incluso amables y si te ves capaz del “más difícil todavía” puedes incluso ser generoso, servicial, atento, simpático y encantador con esas personas de tu familia a las que no te apetece nada ver pero que no puedes evitar en estas fiestas y reuniones familiares. Y eso tiene mérito y tiene valor porque por un rato dejas a un lado lo que te apetece a ti, lo que tú quieres, lo que a ti te gusta… para hacer lo que le apetece a tu marido o a tu esposa, lo que él o ella quieren, lo que a él o a ella le gusta.

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Ya sólo queda el día de Reyes… o no.

Puedes pasar de propósitos de Año Nuevo inútiles y quedarte sólo con uno: tratar a los que me caen mal como quiero que me traten a mí.  

Visto así no queda sólo el día de Reyes: ¡el día de Reyes empiezo!

 

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