Viernes, 03 de mayo de 2024

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¿Cómo podríamos arreglar España? (y III)

por Un obispo opina

LA ENSEÑANZA DE JESÚS SOBRE LA RENOVACIÓN SOCIAL

La actitud de la iglesia, de la que hablamos en otro artículo, está perfectamente en sintonía con lo que dijo Jesús. Si uno construye su casa sobre arena, ante cualquier tormenta se viene abajo; pero si la construye sobre roca firme, a pesar de todas las dificultades y pruebas que pueda haber, la casa se mantendrá firme.

El gran precepto que nos dio Jesús y que confió a su Iglesia, es que amemos a Dios con todo nuestro corazón y que amemos a los demás como a nosotros mismos, incluso a los enemigos. Si no lo hacemos así, el tiempo que dediquemos a reformar nuestra sociedad, será tiempo perdido; y es que lo que hay que renovar es el interior del hombre; si no cambiamos nuestro interior, siempre seremos egoístas, codiciosos, orgullosos, avariciosos, lujuriosos, orgullosos; sencillamente, seremos eso que decía San Pablo cuando ponía la lista de pecados del hombre viejo. Y decía el por qué el hombre viejo era así: porque había abandonado a Dios y se creía un superhombre. La cita es un poco larga pero creo que vale la pena leerla. Nos puede ayudar:

"Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del judío primeramente y también del griego. Porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, como dice la Escritura: El justo vivirá por la fe. En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío. Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, los entregó Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, despiadados, desamorados, los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen." (Rom. 1, 16-32).

¿No está pasando algo de todo eso entre nosotros? hombres que aprisionan la verdad en la injusticia… (¿Estamos buscando la verdad? Porque la verdad es una; no son verdades distintas mi verdad y tu verdad) Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos… Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre… (Ya estamos de lleno dentro de ese absurdo de la justificación moral de la homosexualidad, incluso se ha llegado a equiparar estas uniones con el matrimonio. Y después de esa lista larga que pone, añade a continuación: los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen". ¿No es eso lo que está pasando con la aprobación legal de todos esos absurdos?

Lo que acabamos de escuchar de San Pablo lo podemos aplicar perfectamente a la realidad que estamos viviendo aquí en España y, concretamente, a quienes nos gobiernan en cuanto a lo que se está legalizando o tolerando. Se ha equiparado el matrimonio con las uniones homosexuales, se les ha concedido el que puedan adoptar niños, se ha dado carta blanca al aborto, incluso considerándolo como un derecho, se está apuntando a la eutanasia y todo eso, con la agravante de que se aprueba a los que lo cometen. Algo tendrán que ver con eso nuestros políticos; unos por aprobarlo y otros, por no corregirlo.

El lector verá si ese texto es, o no, aplicable a la realidad actual en cuanto a la consecución del bien común. Nuestra sociedad ¿está avanzando o retrocediendo? Porque quienes dicen que con esas leyes estamos progresando, debieran responder hacia dónde.

El pecado anida en el corazón del hombre y de todos los hombres. Necesitamos cambiar el corazón. Los cristianos creemos que Jesús es el único que nos puede cambiar de hombres viejos en hombres nuevos. A ese cambio lo llamamos CONVERSIÓN.

Puede parecer un poco anticuado hablar hoy día de la necesidad de la conversión. Pero la conversión y la fe vienen a ser el camino que nos ha señalado Jesús: " El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva. »" (Mc. 1, 15). Y en otro lugar, cuando le cuentan aquello de los galileos asesinados por Pilato, "Les respondió Jesús: « ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo" (Lc. 13, 2-3).

Yo me fío de Jesús y creo que es el único salvador, el camino, la verdad y la vida.
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