Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Tu matrimonio como Dios lo pensó.

Por lo que merece la pena. Comentario para Matrimonios.

por ProyectoAmorConyugal.es

EVANGELIO

Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo, quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan, el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.

Palabra del Señor.

Por lo que merece la pena.

Hay un gran contraste entre Juan y Herodes. Juan no tiene miedo de proclamar la verdad, que suele conllevar persecución, mientras que Herodes por miedo y por defender su imagen, es capaz de cometer el peor crimen incluso contra su voluntad.

Defender la verdad del matrimonio no es plato de gusto, y es algo que hay que hacer por Dios. Él nos dará la valentía primero y el consuelo después.

Terminando ya las vacaciones, nos puede invadir la tristeza o la pereza de volver a la vida cotidiana, de luchar para construir el Reino de Dios en este mundo. Hoy recibimos en la Palabra de Dios ese: ¡Ánimo! Merece la pena luchar por la Verdad. Merece la pena entregar la vida.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juan: Marta, se casa mi hermana Luisa con su nueva pareja.
Marta (Esposa de Juan): Por lo civil, claro, porque ella sigue casada con Paco.
Juan: Sí claro.
Marta: ¿Y qué vamos a hacer? ¿Vamos a ir?
Juan: Lo rezamos y lo consultamos.
Marta: Hay que sopesar pros y contras.
(Después de rezarlo y consultarlo con varias personas)
Juan: Luisa, he venido a verte expresamente para decirte que no vamos a asistir a la celebración. El matrimonio es sagrado, y representa la unión de Dios mismo, y Dios es fiel para siempre. Nosotros no podemos cambiar estas leyes ni esta grandeza que se le ha otorgado a la unión entre hombre y mujer.
Luisa: Yo sé que para vosotros esta boda no tiene ningún efecto y lo respeto, pero respetadme también a mí. Me hace ilusión celebrarlo. ¡Es mi boda!
Juan: Lo sé y lo siento, Luisa. Por nada del mundo quiero hacerte daño, y por eso, porque estamos plenamente convencidos de que esta unión no es voluntad de Dios y por tanto, no es buena para vosotros, no podemos celebrarlo. No podemos celebrar algo que no es bueno para ti ni para él.
Luisa: Y ¿Qué propones? ¿Qué vuelva con Paco? Eso no lo voy a hacer.
Juan: Estoy convencido de que lo único que te puede hacer verdaderamente feliz, es actuar según la voluntad de Dios.
(Días más tarde)
Luisa: Juan y Marta no vienen a mi boda. No aceptan a mi nueva pareja. Estoy muy dolida (llorando). Saben que me hace mucha ilusión mi boda y no vienen por sus ideas ¿Y eso es ser cristiano?.
(Y desde entonces, Luisa y su pareja, mantuvieron una relación tensa con Juan y Marta, porque no se consideraban aceptados por ellos).

Madre,

Que no te defraudemos en esta misión que nos has encomendado, por miedo, vergüenza o falsos escrúpulos. Que seamos fieles al mensaje del Evangelio, aunque nos cueste dolor y sufrimiento. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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