Durante estos días, en el Vaticano se celebrado el congreso (Re)pensando Europa, donde líderes eclesiales y políticos han debatido sobre el futuro del continente con el que pretenden hacer una contribución cristiana al proyecto europeo.

En el marco de este congreso, en nombre del Vaticano habló el arzobispo Paul Gallagher, secretario de Relaciones con los Estados, que gracias a sus constantes reuniones con representantes de países de todo el mundo tiene una perspectiva clara sobre este asunto.


En su opinión, hablar de religión ya no es un tema prohibido en la política europea. Gallagher recordó la famosa entrevista en 2003 en la que el entonces primer ministro británico, Tony Blair fue preguntado por su fe. Cuando iba a responder fue interrumpido por su asesor, Alastair Campbell, que dijo que no se hablaba de Dios.

“Los días en los que podías decir, ‘no hablamos de religión’ han terminado”, afirmó Gallagher, que recordó que “muchos servicios diplomáticos de toda Europa y en otros lugares están impartiendo cursos, cursos acelerados literalmente, para aprender sobre religión. Los líderes políticos, agregó el representante vaticano, están empezando a reconocer que “el mundo es un lugar muy religioso”.



Aunque Europa vive un proceso de secularización extremadamente acelerado, la religión sigue creciendo. La Iglesia Católica tiene ahora más fieles que nunca y aumenta el número de bautizados año a año.

“Creo que debemos tomar muy en serio esta responsabilidad y asegurarnos de que la religión haga una contribución positiva pues es parte de la solución y no del problema”, agregó.


Gallagher consideró que la religión jugará un “papel positivo” en el proyecto europeo puesto que “parte del pensamiento liberal y secularista que conforma mucha parte de nuestras sociedades, tampoco goza de buena salud”.

Sin embargo, el alto cargo vaticano alertó de uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la Iglesia. “Tenemos que combatir la gran cantidad de corrección política que existe dentro de Europa”, incidió. Además, denunció la tendencia “a echar la religión a la esfera privada y no permitir que sea parte del problema”.

A su juicio, “esto es algo en lo que obviamente tenemos que trabajar, y es un trabajo que se está haciendo”.