El pasado lunes presentó sus credenciales al Papa Francisco el nuevo embajador español ante la Santa Sede, Gerardo Bugallo, precisamente un día después de que se celebrase el referéndum ilegal en Cataluña.

Durante el encuentro que tuvieron, que se alargó durante más de 20 minutos, se trató el desafío separatista catalán. Según informa Antonio Pelayo, corresponsal de Vida Nueva en Roma y además consejero eclesiástico de la Embajada española ante la Santa Sede, el Papa se mostró muy claro sobre este asunto.


En la biblioteca privada del Papa, el diplomático español trasladó a Francisco los saludos del rey Felipe VI y  del Gobierno y hablaron de la actualidad. Sobre Cataluña, el Santo Padre reiteró al embajador la postura de la Santa Sede, contraria a toda autodeterminación que no esté justificada por un proceso de descolonización, y manifestó el rechazo de la Iglesia a toda actitud que no esté basada en el respeto a la legalidad constituida.

Puesto que anteriormente había sido embajador en Ucrania, la conversación con el Papa derivó en la situación e aquel país.


Tras su recepción con Francisco, el embajador Bugallo se reunió otra media hora con el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, que mostró su conocimiento de la situación catalana y mostró una actitud similar a la del Papa.

Este posicionamiento del Papa no es nuevo y en una entrevista concedida a La Vanguardia en 2014 defendía este mismo argumento:

“Las independencias de pueblos por secesión es un desmembramiento, a veces es muy obvio. Pensemos en la antigua Yugoslavia. Obviamente, hay pueblos con culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar. El caso yugoslavo es muy claro, pero yo me pregunto si es tan claro en otros casos, en otros pueblos que hasta ahora han estado juntos. Hay que estudiar caso por caso. Escocia, la Padania, Catalunya. Habrán casos que serán justos y casos que no serán justos, pero la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso”.