En Italia este viernes se vende, junto con el Corriere della Sera, el último libro-entrevista del periodista Peter Seewald que recoge hasta ahora inéditas confesiones de Benedicto XVI, a quien ya entrevistó en tres ocasiones anteriores. 

El libro se titula "Últimas conversaciones". En él, el anciano Papa emérito, en un diálogo reposado y muy sincero con el periodista alemán, comenta aspectos de su Pontificado, de la elección de su sucesor, de su vocación sacerdotal en la juventud y de cómo afronta sus últimos días y se prepara para la muerte y "el último examen ante Dios".


Benedicto XVI comenta, por ejemplo, que la elección de su sucesor fue “una gran sorpresa” también para él, porque no consideraba que Jorge Mario Bergoglio estuviera entre los candidatos más probables. “Cuando escuché su nombre, primero me sentí inseguro. Pero cuando vi cómo hablaba, de Dios por un lado y de los hombres por otro, me puse de verdad muy contento”, afirma el Papa emérito. 

Explica que él a Bergoglio «lo veía como un hombre muy decidido, que en Argentina decía de modo muy resuelto: esto se hace, y esto no se hace. No conocía, en cambio, su cordialidad y su atención respecto a los demás».

Él opina que el hecho de que la Iglesia cuente hoy con un pontífice hispanoamericano “significa que la Iglesia está en movimiento, es dinámica, abierta, con perspectivas de desarrollo, que no está congelada en esquemas; ocurre siempre algo sorprendente, posee una dinámica intrínseca capaz de renovarla constantemente”. 

Para Benedicto XVI, “Francisco es el hombre de la reforma práctica”. Cree que su experiencia como superior de los jesuitas en su región indica que tiene “el ánimo para meter mano a acciones de carácter organizativo”. 


Por el contrario, hablando de temas organizativos Benedicto confiesa: “Yo sabía que este no es mi punto de fuerza”. Y más adelante añade: “Mi punto débil es quizás la poca resolución en gobernar y en tomar decisiones. En realidad soy más un profesor, uno que reflexiona y medita sobre cuestiones espirituales. El gobierno práctico no es mi fuerte y esta es ciertamente una debilidad”. 

A sus 89 años, Benedicto analiza su pontificado con equilibrios y sin apasionamientos. 

“No consigo verme como un fracasado. Durante ocho años presté mi servicio. Hubo momentos difíciles, baste pensar, por ejemplo, en el escándalo de la pederastia y el caso Williamson [el obispo lefebvriano que negaba el Holocausto], pero en general fue también un periodo en el que muchas personas encontraron un nuevo camino hacia la fe y hubo un gran movimiento positivo”, afirma.

Explica que su objetivo prioritario para su mandato «era poner en el centro el tema de Dios y de la fe, y la Sagrada Escritura. Yo provengo de la Teología, y sabía que mi punto fuerte, si tengo alguno, es anunciar la fe de modo positivo. (…) Y sabía también que mi pontificado no iba a ser largo».




También comenta una de sus decisiones más peculiares: que leyera su texto de renuncia en latín, por lo que al principio sólo algunos clérigos y una periodista entendieron de qué estaba hablando. “Una cosa tan importante se hace en latín”, sentencia, quizá con humor. Dice también que se sentía más cómodo que usando el italiano. 

Con rotundidad niega que nadie le presionara ni le chantajeara para hacerle dimitir. “Nadie intentó chantajearme. No lo hubiera permitido”. Y añade: “Tampoco es cierto que estuviese decepcionado”. Aunque sabe que algunas personas se sintieron «desconcertadas» y «abandonadas» por su renuncia, considera que al final, «la gente lo ha aceptado. Muchos agradecen que el nuevo papa tenga un nuevo estilo». 


Comenta además que había un pequeño “lobby gay” en altas esferas administrativas vaticanas, que él cifra en apenas cuatro o cinco personas, y que, afirma, ya fue desmantelado.


 Benedicto XVI, siendo aún el Papa, durante una de sus entrevistas en profundidad con Peter Seewald

Ahora, en su retiro dentro del Vaticano, se dedica a ofrecer su oración por la Iglesia y se prepara para la muerte, “para superar el último examen delante de Dios”, dice. “Intento hacerlo pensando que el fin se acerca”, añade.

Peter Seewald, el periodista aleman que conduce la conversación, ya entrevistó a su célebre compatriota en «La sal de la tierra» (1996), «Dios y el mundo» (2000), y «Luz del mundo» (2010).


«En Alemania algunas personas buscan siempre destruirme», dice Benedicto en Últimas Conversaciones (aquí)

La madre de Benedicto XVI, hija ilegítima... y la novia desconocida del joven Ratzinger estudiante (aquí)