La laica Linda Ghisoni, casada y madre de dos hijos, subsecretaria del Dicasterio de Laicos, y la religiosa africana Verónica Openibo, superiora general de la Sociedad del Santo Niño Jesús (www.shcj.org , con presencia en 13 países) han sido las dos mujeres que han aportado una visión femenina en la cumbre antiabusos este viernes y este sábado 22 y 23 de febrero en el Vaticano.

Sor Verónica: ser más valientes y más trasparentes

Sor Verónica Openibo ha hablado este sábado por la mañana, exhortando a la transparencia en la lucha contra los abusos. La Superiora General de la Sociedad del Santo Niño Jesús pidió “pasar del miedo al escándalo a la verdad”.

En esta línea, sor Verónica señaló que “es mejor tener conversaciones valientes a no decir nada para evitar cometer un error”. Añadió que el primer paso hacia la transparencia es “admitir las violaciones y después hacer público lo que se ha hecho”.

Refiriéndose a las regiones del mundo en donde hay “grandes problemas de pobreza, enfermedad, guerra y violencia” la religiosa alertó que no significa que al tema de los abusos sexuales “se le tenga que quitar importancia o ignorar”.

De hecho, sor Verónica destacó que “para muchas víctimas ser escuchadas y ayudadas psicológica y espiritualmente ha sido el inicio del proceso de curación” por lo que propuso programas educativos en parroquias y escuelas, hospitales y otros lugares en donde se desempeña el ministerio pastoral.

Propuso además "educar a las personas en todo el ámbito de la sexualidad y de las relaciones humanas”, lo que incluye el trabajo de "católicos, junto con otras personas con principios símiles, en puestos influyentes, por ejemplo en la industria cinematográfica, en la televisión y en la publicidad”.

Finalizó insistiendo en la necesidad de "romper con cualquier cultura del silencio, de los secretos entre nosotros, para hacer entrar más la luz en nuestra Iglesia”.

Linda Ghisoni: ¿quién supervisa a los supervisores?

Toda la crisis de abusos lleva a señalar la desastrosa gestión por parte de los obispos y superiores religiosos: ellos debían supervisar, pero a ellos no los supervisaba nadie.

Por eso, la subsecretaria del Dicasterio de Laicos, Familia y Vida, Linda Ghisoni, sugirió este viernes 22 de febrero crear comisiones que "sostengan a los obispos" (es decir, que supervisen su trabajo) para verificar que se está protegiendo a los menores.

Y esas comisiones deben incluir laicos, es decir, profesionales que no puedan ser presionados o acallados por una curia implicada.

Indicó que dicha propuesta no debería interferir en las decisiones que caen bajo la directa responsabilidad jurisdiccional del obispo o del superior, pero sí constituye “un modelo de una sana colaboración entre laicos, religiosos y clérigos en la vida de la Iglesia”.

“No se trataría de personas que juzgan a los obispos, sino de fieles que ofrecen su consejo y asistencia a los pastores valorando su actuación con criterios evangélicos; y que informan a todos los fieles del territorio sobre los procedimientos apropiados”, explicó la Subscretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida.

Los obispos y los clérigos deben ·"rendir cuentas": “el fundamento del rendir cuentas se encuentra en la naturaleza propia de la Iglesia como misterio de comunión” en el que el Pueblo de Dios actúa “en comunión y con corresponsabilidad”.

Por eso, la canonista italiana aconseja "que en el territorio de cada conferencia episcopal se creen comisiones consultivas independientes para aconsejar y asistir a los obispos y a los superiores religiosos”.

También pidió más cercanía humana del obispo al sacerdote. “Una correcta relación entre obispo y presbíteros conduce a que éste se haga cargo realmente, desde el punto de vista material y espiritual, de los sacerdotes, pues sobre él recae en primer lugar la responsabilidad de la santidad de los presbíteros”.

Animó a “conocer y estudiar las prácticas ya experimentadas que se han demostrado eficaces en otros contextos eclesiales, en otros episcopados”.

Insistió en que la Iglesia en cada país ha de tener unas directrices que aclaren “los motivos y los procedimientos de rendición de cuentas, para que los obispos y los superiores religiosos establezcan un sistema de verificación ordinaria del cumplimiento de lo que está previsto”

También pidió revisar las normas sobre el "secreto pontificio". Por un lado, han de seguir protegiendo "la dignidad de las personas implicadas, la buena fama de cada uno, el bien de la Iglesia". Por otro lado, no debe bloquear "un clima de mayor transparencia y confianza”.

El Papa valora la aportación de las mujeres

Tras la ponencia de Ghisoni, canonista y madre de familia, el Papa improvisó una reflexión sobre la aportación del "genio femenino" (frase muy usada por Juan Pablo II) a la Iglesia.

“Al escuchar a la doctora Ghisoni he sentido a la Iglesia hablar de sí misma. Todos nosotros lo hemos hecho en todas las intervenciones, pero esta vez era la Iglesia misma la que hablaba. No es solo una cuestión de estilo: el genio femenino que se plasma en la Iglesia que es mujer”.

El Pontifice prosiguió: “Invitar a hablar a una mujer no es entrar en la modalidad de un feminismo eclesiástico porque, al final, cualquier feminismo termina siendo un machismo con falda. No. Invitar a hablar a una mujer sobre las heridas de la Iglesia es invitar a la Iglesia a hablar de sí misma sobre sus heridas. Creo que este es el paso que debemos dar con mucha fuerza: la mujer es la imagen de la Iglesia que es mujer, esposa y madre. Un estilo. Sin este estilo hablaríamos del pueblo de Dios pero como organización, tal vez sindical, pero no como familia parida de la Madre Iglesia”, continuó el Santo Padre.

Francisco explicó que “la lógica del pensamiento de la doctora Ghisoni era la de una madre y ha terminado con el relato de lo que sucede cuando una mujer da a luz a un hijo. Es el misterio femenino de la Iglesia que es esposa y madre”.

No se trata de dar más funciones a la mujer en la Iglesia –si bien es bueno, pero así no se resuelve el problema– se trata de integrar a la mujer como figura de la Iglesia en nuestro pensamiento. Es pensar también la Iglesia con las categorías de una mujer. Gracias por su testimonio”, concluyó el Papa.

La prensa generalista al día siguiente ha destacado las frases "cualquier feminismo termina siendo un machismo con falda" (algunos medios acusando al Papa de antifeminista) y "dar más funciones a la mujer no resuelve el problema", como si se refiriese a "el problema de los abusos", cuando se refería, más bien, al "problema" de lograr que las mujeres en la Iglesia desarrollen al máximo su genio femenino.