Este miércoles, el Papa Francisco celebró la última Audiencia General antes de entrar de lleno en la Semana Santa. La catequesis que pronunció estuvo dedicada precisamente a la misericordia y al Triduo Pascual (Jueves Santo, Viernes Santo y el Sábado Santo): “Todo, en estos tres días, habla de misericordia, porque hace visible hasta dónde puede alcanzar el amor de Dios”.

Francisco aseguró que “el amor de Dios no tiene límites” y como decía San Agustín va “hasta el final sin final”. “Dios se ofrece verdaderamente todo por cada uno de nosotros y no se ahorra en nada”, añadió.

“El Misterio que adoramos en esta Semana Santa es una gran historia de amor que no conoce obstáculos” puesto que “es una gran historia de compartir con los sufrimientos de toda la humanidad y una permanente presencia en los sucesos de la vida personas de cada uno de nosotros”.


El Papa resumió el significado del Triduo explicando que “es memorial de un drama de amor que nos dona la certeza de que no seremos nunca abandonados en las pruebas de la vida”.

A continuación, el Santo Padre explicó estos días santos uno por uno, según recoge ACI.

Jueves Santo: “Jesús instituye la eucaristía, anticipando en el banquete pascual su sacrificio en el Gólgota”, dijo el Papa. “Para hacer comprender a sus discípulos el amor que lo anima, lava sus pies, ofreciendo todavía una vez más el ejemplo en primera persona de como ellos mismos deben hacer”. El Papa señaló que “la Eucaristía es el amor que se hace servicio. Es la presencia sublime de Cristo que desea pensar en cada hombre, sobre todo en los más débiles, para hacerles capaces de un camino de testimonio entre las dificultades del mundo”.

Viernes Santo: “Es el momento culminante del amor”. “La muerte de Jesús, que en la cruz se abandona al Padre para ofrecer la salvación al mundo entero, expresa el amor donado sin fin”. Es “un amor que quiere abrazar a todos, sin excluir a ninguno”. El Papa también manifestó que es “un amor que se extiende en todo tiempo y en todo lugar: una fuente inagotable de salvación a la que cada uno de nosotros, pecadores, puede acudir”.

Sábado Santo: “Es el día del silencio de Dios”, explicó. “Debemos hacer todo lo posible para que sea un día de silencio, como aquel Día, que fue el día del silencio de Dios”. “Jesús depuesto en el sepulcro comparte con toda la humanidad el drama de la muerte. Es un silencio que habla y expresa el amor como solidaridad con los abandonados desde siempre, que el Hijo de Dios reúne colmando el vacío que solo la misericordia infinita del Padre Dios puede llenar”. Francisco apuntó que “en este día, el amor, ese amor silencioso, se transforma en espera de la vida en la resurrección”. Por tanto, “el Sábado Santo nos hará bien pensar en el silencio de la Virgen. La creyente que en silencio esperó la Resurrección. Es el amor que no duda, pero que espera en la palabra del Señor, para que sea manifiesta y resplandezca el día de Pascua”.

El Pontífice aseguró que “es todo un gran misterio de amor y de misericordia” y “nuestras palabras son pobres e insuficientes para expresarlo en plenitud”.

Al final, el Papa recomendó leer a Juliana de Norwich, “una chica que no es muy conocida y que ha escrito páginas sublimes sobre el amor de Cristo”. “Fue una chica analfabeta que tuvo visiones de la pasión de Jesús y que después, siendo reclusa, describió con lenguaje sencillo pero profundo e intenso el sentido del amor misericordioso”.