En el último domingo de Adviento recordamos el Evangelio de la Anunciación, cuando el arcángel Gabriel manifiesta a la Santísima Virgen que va a encarnarse en su seno el Hijo de Dios y ella pronuncia el "sí" que hará posible la Redención.


"Fijemos la mirada sobre esta sencilla joven de Nazaret, en el momento en el que se hace disponible al mensaje divino", pidió Francisco antes de rezar el Angelus ante los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro. Y destacó "dos aspectos esenciales de su actitud, modelo de cómo prepararnos a la Navidad".

"En primer lugar", señaló Francisco, "su fe, su actitud de fe, que consiste en escuchar la Palabra de Dios para abandonarse a ella con plena disponibilidad de mente y de corazón. María no sabe por qué caminos tendrá que aventurarse, qué dolores habrá de sufrir, qué riesgos afrontará, pero es consciente de que es Dios quien se lo pide, y se abandona totalmente a Él".


En los Angelus navideños de la Plaza de San Pedro no cabe un alfiler.

Y otro aspecto "es la capacidad de la madre de Cristo de reconocer el tiempo de Dios. María es quien ha hecho posible la Encarnación del Hijo de Dios, la revelación del misterio envuelto en el silencio durante siglos. María nos enseña a coger el momento favorable en el cual Jesús pasa en nuestra vida y pide una respuesta rápida y generosa".


"Jesús pasa", subrayó el Sumo Pontífice: "El misterio del nacimiento de Jesús en Belén, que sucedió históricamente hace más de dos mil años, se actúa como evento espiritual en el hoy de la liturgia. El Verbo que encontró morada en el seno viriginal de María, en la celebración de la Navidad viene a golpear nuevamente el corazón de cada cristiano. Pasa y llama, y cada uno de nosotros está llamado a responder, como María, con un sí personal y sincero, poniéndose plenamente a disposición de Dios y de su misericordia, de su amor".

"¡Cuántas veces Jesús pasa en nuestra vida y cuántas veces nos manda un ángel, y cuántas veces no nos damos cuenta porque estamos sumergidos en nuestros pensamientos, en nuestras cosas, para no darnos cuenta de que Él pasa y llama a la puerta de nuestro corazón pidiendo acogida, pidiendo un sí como el de María!", exclamó Francisco, en el núcleo de su mensaje de este último Angelus de Adviento. Y recordó a un santo que decía "Temo que el Señor pase": "¿Sabéis por qué temía? Porque temía no darse cuenta, de dejarle pasar".

"Cuando oímos a nuestro corazón decir ´yo querría ser mejor, estoy arrepentido de esto que hice, querría estar más cerca de los demás´, es el Señor el que está llamando. Si sientes esto, párate, el Señor está ahí, acude a la oración, ve a confesarte. Recuerda: si sientes deseos de ser mejor, es Él quien llama, ¡no Le dejes pasar de largo!", exhortó el Papa.


Tras recordar que "en el misterio de la Navidad hay una presencia silenciosa, la de San José", también ejemplo e invitación de "total apertura de alma", Francisco concluyó recordando que "Jesús vino para dar al mundo la paz, el don precioso de la Navidad es la paz: Cristo es nuestra verdadera paz y llama a nuestro corazón para darnos la paz, la paz del alma. ¡Abramos las puertas a Cristo!".