La Universidad Católica Nuestra Señora del Buen Consejo de Tirana fue el lugar del encuentro del Papa con los jefes de las 6 mayores comunidades religiosas presentes en Albania: musulmana, bektashi, católica, ortodoxa, evangélica y judía: presencia signo del diálogo que viven día a día, observó Francisco, "intentando establecer entre ustedes relaciones fraternas y de colaboración por el bien de toda la sociedad". El Sumo Pontífice recordó que Albania ha sido testigo de la violencia y de las tragedias que se pueden producir si se excluye a Dios a la fuerza de la vida personal y comunitaria. “Cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde”.

Como creyentes, puntualizó, hemos de estar atentos a que la religión y la ética que vivimos con convicción y de la que damos testimonio con pasión se exprese siempre en actitudes dignas del misterio que pretende venerar, rechazando decididamente como no verdaderas, por no ser dignas ni de Dios ni de los hombres, todas aquellas formas que representan un uso distorsionado de la religión.

El Papa recordó a los presentes que la religión auténtica es fuente de paz y no de violencia. “Nadie puede usar el nombre de Dios para cometer violencia. Matar en nombre de Dios es un gran sacrilegio”. “Discriminar en nombre de Dios es inhumano. Desde este punto de vista, la libertad religiosa no es un derecho que garantiza únicamente el sistema legislativo vigente: es un espacio común, un ambiente de respeto y colaboración que se construye con la participación de todos, también de aquellos que no tienen ninguna convicción religiosa”, añadió.

Francisco animó a estos “queridos amigos” a mantener y a desarrollar la tradición de buenas relaciones entre las comunidades religiosas presentes en Albania, y a sentirse unidos en el servicio a su querida patria.