En su segunda Semana Santa como Papa, Francisco celebró la Misa de la Cena del Señor en el Centro Santa María de la Providencia de la Fundación Don Gnocchi, creada por el sacerdote Carlo Gnocchi (19021956), beatificado en 2009 y que se consagró tras la Segunda Guerra Mundial a la asistencia a la "inocencia doliente", esto es, a atender sobre todo a niños que sufrían las consecuencias de la contienda en forma de enfermedad, mutilación, orfandad o miseria.

Antes de cumplir el gesto del lavatorio de pies, que realizan todos los sacerdotes del mundo el Jueves Santo, Francisco improvisó unas palabras para explicar que lo que hizo Jesucristo en la Última Cena es "un gesto de despedida, como la herencia que nos deja".

"Él es Dios", continuó, "pero se ha hecho siervo, servidor nuestro, y ésta es la herencia: también vosotros tenéis que ser servidores los unos de los otros", pues "Él ha hecho este camino por amor, y también vosotros debéis amaros y ser servidores en el amor".

Francisco explicó que el gesto de lavar los pies lo hacían los esclavos y siervos a los comensales que llegaban a una casa tras recorrer "caminos polvorientos": "Jesús hace una tarea de esclavo, de siervo, y eso lo deja como herencia para nosotros", un gesto "que nos recuerda que nosotros tenemos que ser siervos los unos de los otros", insistió.

El Papa pidió que mientras él cumplí ese gesto, "todos nosotros, en nuestro corazón, pensemos en los demás y en el amor que tenemos que tener a los demás y en cómo podemos servirlos mejor, porque así lo ha querido Jesús de nosotros".

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