Las agencias de comunicación están publicando con cierto despliegue de titulares el primer informe anual del IOR (Instituto para las Obras de Religión, más conocido como Banco Vaticano), destacando que obtuvo unos beneficios de 86,6 millones de euros en el año 2012, que esta cifra cuadruplica la de 2011 cuando se registró un beneficio neto de 20,3 millones de euros y que pasó de 21.000 clientes a 18.900, una caída debida sobre todo al cierre de cuentas que estaban ya inactivas

El informe deja claro cómo se obtuvo el beneficio: "resultados favorables por intermediación en los mercados y a los valores más altos de los bonos, resultantes de la caída generalizada de las tasas de interés en los mercados financieros a lo largo del año".

Y también qué es lo que se hace con ese dinero: del beneficio neto de 86,6 millones de euros, el IOR transfirió un total de 31,9 millones a un ´fondo´ de reserva para potenciales riesgos y destinó los otros 54,7 millones de euros al uso de la Santa Sede.


Los años 2012 y 2013 han sido muy intensos en el Banco Vaticano y han implicado muchos cambios en la transparencia y los mecanismos de control. Una forma de expresarlo ha sido poner en marcha la web del Instituto en inglés e italiano, en www.ior.va.

El presidente de la institución, el laico y financiero alemán Ernst von Freyberg, explicaba en una entrevista concedida a Radio Vaticano en junio de 2013, los "secretos" del Banco Vaticano. 

"El IOR es el mismo desde que fue instituido en 1942. Sólo hace dos cosas: toma depósitos de sus clientes y los mantiene en custodia. Más que nada somos algo parecido a una oficina familiar, que protege los fondos de los miembros de la familia. Esos miembros de la familia son la Santa Sede, entidades relacionadas con la Santa Sede, la mayoría de las congregaciones con actividades en todo el mundo, clérigos y los empleados del Vaticano", explicaba.



"El segundo servicio que brindamos, próximo a la protección y a la custodia, es el pago de servicios, que significa para las entidades del Vaticano y para las congregaciones con actividades en todo el mundo que les brindamos el servicio de transferencia de fondos a los lugares en que se desarrollan sus actividades".


Estrictamente hablando, admitió, "no somos un banco. No prestamos dinero, no hacemos inversiones directas, no actuamos como contraparte financiera, por eso no se puede conseguir de nuestra parte una muestra o una cobertura. No especulamos con divisas ni con bienes, nuestra actividad fundamental es recibir dinero como depósito y luego lo invertimos en bonos gubernamentales, en algunos bonos corporativos y en el mercado interbancario, en el que depositamos con otros bancos, por una tasa de interés levemente superior que la que recibimos, en orden a poder devolverle el dinero a nuestros clientes siempre que lo deseen".



Ya en esa entrevista de 2013, Von Freyberg adelantaba las cifras que ahora se ven en el informe: "En promedio, contribuimos con 55 millones de euros para el presupuesto del Vaticano y somos uno de los pilares económicos más importantes. Ahora bien, usted puede preguntarme cómo ganamos 55 millones de euros. Si usted mira nuestra declaración de ingresos, hay tres elementos básicos: uno es el interés que pagamos a quienes depositan. Luego el ingreso por interés que obtenemos de eso. Esa es nuestra parte más importante del ingreso y que cada año sería entre 50 y 70 millones de euros, de eso usted puede deducir nuestros costos. Además, obtenemos algunas ganancias en los precios de los bonos que suben y bajan, con ello usted puede ver cuál es nuestro beneficio. También hay un margen de interés, es decir, hay cambios en los valores de los bonos que tenemos en nuestro poder, usted deduce de eso el costo operativo de aproximadamente 25 millones de euros".




Más en concreto, Von Freyberg explicaba qué servicios podría ofrecer el IOR a una nueva congregación religiosa que se acabara de fundar: "Solamente dos. Usted puede depositar sus fondos, que ha recibido de todos los que lo apoyan,los mantenemos a resguardo, le pagamos a usted un interés y le devolvemos el dinero cuando lo necesite. Cuando usted me dice que se ha establecido en tres provincias, una en Asia, otra en África y otra en Latinoamérica, yo le puedo asegurar la transferencia de sus fondos a sus hermanos que están en el extranjero haciendo obras de caridad, y le aseguro que el dinero le llegará a ellos, inclusive en los lugares más extraños del mundo. Lo que es realmente nos distingue es que nosotros conocemos perfectamente el mundo de la Iglesia y la misión de la Iglesia. Hay 112 personas en el IOR, el cual tiene 19.000 clientes. En su gran mayoría son monjas o clérigos, y con frecuencia conocen a la persona que trata con ellas en el IOR desde hace 20 ó 30 años. Sabemos lo que necesitan exactamente, aquí tienen una persona en la que pueden confiar y es esta relación personal la que hace que vengan aquí. Usted sabe que si preguntáramos “¿deberíamos cerrar el IOR?”, el 99,99% de nuestros clientes votaría en contra de ello".


Von Freyberg incluso señalaba que se trata de un banco especialmente seguro ante las crisis.

"Durante la crisis financiera nunca estuvimos en problemas. Ningún gobierno tuvo que rescatarnos, somos muy, muy seguros. El IOR está altamente capitalizado, tiene un patrimonio de alrededor de 800 millones de euros en un balance general de 5 billones de euros. Es el doble de lo que usted obtendría en bancos fuera del Vaticano", apuntaba.




Otros datos que ya se conocían estaban publicados en la web del IOR. Por ejemplo, que hasta finales de 2012 los clientes del IOR eran 5.200 instituciones católicas (órdenes religiosas, diócesis y entes vinculados a la Santa Sede), representando el 85% del total del patrimonio en gestión y el resto de clientes eran 13.700 personas físicas: eclesiásticos y empleados o ex empleados del Vaticano. Este segundo grupo representa el 15% del patrimonio total.


En julio de 2013 dimitieron el director del IOR, Paolo Cipriani, y el subdirector, Massimo Tulli, menos de una semana después de que el Papa Francisco crease una comisión para estudiar la reforma de dicha institución financiera. El presidente, Von Freyberg, asumió en ese momento las funciones de director general, ayudado por Rolando Marranci, en la Vicedirección del IOR, y Antonio Montaresi, como responsable de proyectos especiales.