Dios quiere que los sacerdotes vivan con plenitud una gracia especial de “paternidad”: la espiritual con respecto a las personas que le han sido encomendadas.

Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía del miércoles 26 de junio en la misa de matinal que presidió en la capilla de la Casa de Santa Marta. 

Con el Pontífice concelebraron los prelados y sacerotes que acompañaban al Cardenal Arzobispo emérito de Palermo, Salvatore De Giorgi, que celebraba su 60° aniversario de ordenación sacerdotal, circunstancia a la que el Papa se refirió con palabras de gran estima en su homilía, antes de volver sobre el tema durante la audiencia general de las 10,30 de la mañana.


El “deseo de paternidad” está inscrito en las fibras más profundas del hombre, dijo el Papa. Y un sacerdote no es una excepción, si bien vive este deseo de modo particular:

Cuando un hombre no tiene este deseo, algo falta en este hombre. Algo no va. Todos nosotros, para ser, para llegar a ser plenos, para ser maduros, debemos sentir la alegría de la paternidad, también nosotros que somos célibes. La paternidad es dar vida a los demás, dar vida, dar vida… Para nosotros será la paternidad pastoral, la paternidad espiritual: pero es dar vida, llegar a ser padres”.

El Papa inspiró su reflexión en el pasaje del libro del Génesis en el que Dios promete al anciano Abraham la alegría de un hijo, junto a una descendencia numerosa como las estrellas del cielo.

Y para sellar este pacto, Abraham sigue las indicaciones de Dios y prepara un sacrificio de animales que después defiende del asalto de las aves rapaces. “Me conmueve – comentó el Papa – ver a este hombre de noventa años con el bastón en la mano”, que defiende su sacrificio. “Me hace pensar en un padre, cuando defiende la familia, los hijos”.


Un padre que sabe lo que significa defender a los hijos. Y esta es una gracia que nosotros los sacerdotes debemos pedir: ser padres, ser padres. La gracia de la paternidad, de la paternidad pastoral, de la paternidad espiritual. Pecados tenemos tantos, pero esto es de común “sanctorum”: todos tenemos pecados. Pero no tener hijos, no llegar a ser padre, es como si la vida no llegase a su fin: se detiene a mitad de camino. Y, por tanto, debemos ser padres. Pero es una gracia que el Señor da. La gente nos dice: ‘Padre, padre, padre…’. Nos quiere así, padres, con la gracia de la paternidad pastoral”.

El Papa Francisco de dirigió con afecto al Cardenal De Giorgi, quien ha llegado a la meta del 60° aniversario de sacerdocio y le dijo: “Yo no sé qué hizo el querido Salvador”, pero “estoy seguro de que ha sido padre”.

“Y esto es un signo”, y dirigiéndose a los tantos sacerdotes que acompañaban al Purpurado prosiguió: Ahora les toca a ustedes. A la vez que observó: Todo árbol “da su fruto y si es bueno, los frutos deben ser buenos, ¿no?”. Por tanto, añadió con simpatía, “no lo hagan quedar mal…”:


“Agradezcamos al Señor por esta gracia de la paternidad en la Iglesia, que va de padre en hijo, y así… Y yo pienso, para terminar, en estos dos iconos y en otro más: el icono de Abraham que pide un hijo, el icono de Abraham con el bastón en la mano, defendiendo la familia, y el icono del anciano Simeón en el Templo, cuando recibe la vida nueva: hace una liturgia espontánea, la liturgia de la alegría, a Él. Y a ustedes, que el Señor hoy les dé tanta alegría”.