Emoción y expectación sólo rotas por un Papa diferente, muy cercano, que empieza a imponer poco a poco su impronta. Preocupado por la situación de crisis en España, en todos los sentidos. Con Mariano Rajoy tuvo la deferencia de que fuera el primero de los líderes europeos que irá, poco a poco, recibiendo. Fue un encuentro íntimo: no había ocurrido antes que pontífice e invitado estuvieran a solas, sin ningún tipo de intérprete. Un total de 24 minutos para hablar de las relaciones bilaterales, de los problemas del mundo, y lanzar una invitación: de aquí a dos años, le emplazó el presidente, hay más que motivos para que visite el país.

Rajoy llegaba poco antes de las once de la mañana, acompañado por su mujer Elvira, con mantilla y de riguroso negro. En la plaza San Damaso les esperaban una columna de la guardia suiza y los gentilhombres de Su Santidad, bajo un sol de justicia. Dentro el Palacio Apostólico, al que había llegado poco antes -el Papa no vive en sus aposentos oficiales-, Francisco, sonriente. Viri, algo tensa al principia, se fue relajando, precisamente, por el cariño transmitido.

De esos 24 minutos a solas con el Santo Padre, prácticamente nada fue desvelado. El Vaticano estudia ahora las posibilidades de una visita a España, sin que haya trascendido fecha. A la despedida, Rajoy reconocía: "Ésta es una de las alegrías que nos hace falta de vez en cuando". Francisco sabe de los problemas del país; de hecho, el presidente le agradeció la labor de la Iglesia en estos duros momentos, en especial de Cáritas.

Con el Secretario de Estado del Vaticano, monseñor Tarcisio Bertone, ambas delegaciones entraron en harina. Hablaron de temas concretos, en presencia de sus equipos. Rajoy le expuso el paquete de reformas que está emprendiendo para salir de la crisis, a brocha gorda. Bertone le pidió que no olvide "la cohesión social", que no se dejen de lado a las personas. Ambos coincidieron en la necesidad de que la Unión Europea marche siempre junta, "unidos".



"Durante las conversaciones, desarrolladas en un ambiente de cordialidad, ha habido un intercambio de opiniones sobre la difícil situación económica y financiera mundial a la que se enfrenta España, y que ha causado una grave crisis del empleo, afectando a numerosas familias, particularmente jóvenes", resumió el Vaticano a través de una nota oficial.

El encuentro con Bertone duró cerca de una hora -50 minutos exactos- en los que se habló de la situación de la Educación en España. Este tema preocupa de forma decisiva en el Vaticano. La delegación española recordó que se ha suprimido la polémica asignatura Educación para la Ciudadanía, pero en la Santa Sede se quejan de que la religión católica quede excluida.

"Se ha hablado de la institución del matrimonio y de la familia y de la importancia de la educación religiosa", confirmó la Iglesia a través de un comunicado oficial. Moncloa no quiso confirmar si el matrimonio entre personas del mismo sexo formó parte de la discusión, intentando estropear la fotografía de fraternidad.

En el análisis de la situación del país también pudo entrar el peliagudo asunto del aborto. Desde Moncloa ya se le ha transmitido a la Iglesia que habrá reforma legal, pero no en los máximos que reclaman desde Roma. La intención del Ejecutivo es que este hecho no estropee las relaciones bilaterales, en un momento francamente bueno.

El momento más simpático llegó, en todo caso, con la entrega de regalos. En especial con uno de ellos. Rajoy le entregó una camiseta de la selección española de fútbol, firmada por todos los jugadores, con el nombre de "Francisco", y sin número. Hubo entonces muchas sonrisas. El Papa dijo que la guardará con cariño junto a la de su equipo, el San Lorenzo de Almagro, de su Argentina natal. "No vas a poder", le advirtió Viri entonces a su marido, que se afanaba por abrir la pluma que le había regalado Francisco. El Papa coincidió con ella.

Rajoy terminó la jornada almorzando con el poder de la Iglesia española que reside en Roma, entre ellos monseñor Cañizares, con el que mantiene una entrañable relación. Nada trascendió del encuentro. El presidente no hizo declaraciones públicas a los medios de comunicación acogiéndose a que, según Moncloa, es lo habitual en este tipo de viajes. .