Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, el Papa llegado del Nuevo Mundo, a las 9.20 del día de San José de 2013, se arrodilló ante la tumba de Simón hijo de Jonás, pescador galileo llamado "Pedro, la roca", por Jesucristo; un puente con el pasado, dos mil años antes.

"Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella", prometió Jesús a Simón cuando le cambió el nombre para llamarle "Pedro, la roca".

Dos mil años después, la Iglesia que Cristo edificó sigue construyéndose sobre esa roca.

Al hombre del Nuevo Mundo le acompañaban 10 hombres que lideran las antiquísimas iglesias orientales:

-los patriarcas de la Iglesia católica maronita (numerosa en Líbano),
-la Iglesia católica copta (en Egipto),
-la Iglesia católica armenia,
-la Iglesia católica siria (en todo Oriente),
-la Iglesia católica caldea (en Irak)
-y la Iglesia greco-católica melquita,

junto con los arzobispos mayores y archieparcas mayores de otras iglesias orientales:

-los de la Iglesia greco-católica ucraniana (la más numerosa de todas... su joven arzobispo mayor también se formó en Argentina),
-la Iglesia greco-católica rumana,
-la Iglesia católica siro-malabar
-y la Iglesia católica siro-malankara (estas dos últimas en la India, herederas del apóstol Tomás).



Francisco oró ante la tumba y pidió la intercesión de Pedro, acompañado de los Patriarcas y arzobispos que muestran que el evangelio ha llegado a los confines de la Tierra, herederos de iglesias que iniciaron los apóstoles y sus sucesores, con sus propios ritos y liturgias, todas unidas en plena comunión con Pedro.

Después, los patriarcas se marcharon, inclinándose ante la tumba del mayor de los apóstoles. Francisco, acompañado de sus ceremonieros, fue el último en salir.

Ya en la Plaza, antes de comenzar la Misa ya en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recibió el palio (signo de poder para pastorear) de manos del cardenal protodiácono Jean Louis Tauran y el Anillo del Pescador (de plata dorada; con la imagen de Pedro el Pescador, llevando las Llaves del Reino de los Cielos que Cristo le entregó; un anillo que ya perteneció a Pablo VI), de manos del cardenal decano Angelo Sodano.