Benedicto XVI repasó ayer la geografía de la violencia en la tierra cuando pronunció su tradicional mensaje «Urbi et orbi» («a la ciudad y al mundo»). El Papa felicitó las Navidades y expresó su deseo de que traigan «verdad, justicia y paz» en 65 idiomas, incluyendo algunos que casi no cuentan con comunidades católicas, como el mongol, el kazajo o el georgiano. Sin embargo, la mayor parte de su mensaje se centró en países de población islámica y minorías cristianas azotados por la guerra y la falta de estabilidad.


Así, pidió que «la verdad brote para la población de Siria, profundamente herida y dividida por un conflicto que no respeta ni siquiera a los enfermos y cosecha víctimas inocentes». Insistió en orar para que «cese el derramamiento de sangre, se faciliten la ayuda a los desplazados y que a través del diálogo, se alcance una solución política al conflicto». El Pontífice pidió también por Tierra Santa, «la tierra donde nació el Redentor», y solicitó «que Cristo conceda a israelíes y palestinos la valentía de poner fin a tantos años de luchas y divisiones para emprender con decisión la vía de la negociación».

De hecho, ya por la noche, en la Misa de Nochebuena, el Papa había recordado Tierra Santa y, especialmente, «la ciudad concreta de Belén, todos los lugares donde el Señor vivió, trabajó y sufrió. Pidamos en esta hora por quienes hoy viven y sufren allí». Y añadió en la misa nocturna: «Que los palestinos e israelíes puedan vivir en la paz del único Dios y en libertad. Oremos por los países de la región, por Líbano, por Siria, Irak y sus vecinos: que haya paz allí, que los cristianos de esas tierras donde nuestra fe nació puedan seguir viviendo allí, que los cristianos y los musulmanes puedan construir juntos sus países en la paz de Dios».


En su mensaje «Urbi et Orbi» el Pontífice se refirió también a los países del norte de África «que atraviesan una profunda transición en la búsqueda de un nuevo futuro».

Hizo una mención especial a Egipto, «la amada tierra bendecida por la infancia de Jesús» y pidió que en estos países los ciudadanos «construyan juntos sociedades basadas en la justicia, el respeto a la libertad y la dignidad de cada persona».

Benedicto XVI consideró necesario mencionar especialmente a los políticos de la China comunista. «Que el Rey de la Paz dirija su mirada a los nuevos dirigentes de la República Popular China en el alto cometido que les espera», dijo, y pidió que en el gigante asiático «se valore la contribución de las religiones, respetando a cada una de ellas, de modo que puedan contribuir a la construcción de una sociedad solidaria, para bien de ese noble pueblo y del mundo entero».

Volviendo a la denuncia de la violencia terrorista, pidió «la vuelta de la paz en Malí y de la concordia en Nigeria», países donde «crueles atentados terroristas continúan causando víctimas, particularmente entre los cristianos».


Recordó también «a los refugiados del este de la República Democrática del Congo» y pidió la paz para Kenia, donde «sangrientos atentados han golpeado la población civil y los lugares de culto».

Así, el Papa lleva a las páginas de los diarios conflictos que suelen ser ignorados en Occidente.

El Pontífice pidió también que el Niño Jesús bendiga a los numerosos católicos hispanoamericanos, especialmente «a cuantos se han visto obligados a emigrar lejos de su familia y de su tierra» y que «fortalezca a los gobernantes en su compromiso por el desarrollo y en la lucha contra la criminalidad».