El próximo jueves 11 de octubre, en la misa de inauguración del Año de la Fe que coincide con el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, estarán presentes doce obispos que participaron en alguna de sus sesiones. Y de ellos, sólo seis podrían decir que estuvieron también en la inauguración de aquel evento por Juan XXIII: el cardenal Serafim Fernandes de Araújo, entonces auxiliar de Belo Horizonte (Brasil), y los obispos Roberto Cáceres, entonces de Melo (Uruguay), Roger-Casimir Tonyui Messan, de Lomé (Togo); William McNaughton, de Inch´on (Corea del Sur); José Mauro Ramalho de Alarcón, de Iguatú (Brasil); y José de Jesús Sahagún de la Parra, de Tula (México).

Actualmente están vivos 69 obispos que tomaron parte en el Concilio, pero de ellos sólo 40 lo vivieron como padres conciliares durante las cuatro sesiones, que tuvieron lugar siempre en el último cuatrimestre de los años 1962, 1963 1964 y 1965. No figura en ese listado, por no ser entonces obispo, el Papa actual, aunque Joseph Ratzinger vivió todo el Concilio con mucha mayor intensidad que la mayor parte de ellos, en cuanto teólogo personal del cardenal Josef Frings, uno de los cuatro o cinco padres conciliares más decisivos en el curso de esos cuatro años.

El de mayor edad de esos cuarenta es un obispo misionero: Joseph Olivier Bowers, religioso del Verbo Divino, que tiene actualmente 102 años. No es, sin embargo, el obispo más anciano. Tiene dos por delante, Francis Hong Yong-ho, obispo de Pyong-yang (Corea del Norte), de 105 años, quien no pudo participar en el Concilio por estar encarcelado por el régimen comunista, y Géry Leuliet, obispo emérito de Amiens (Francia), de 102, quien fue nombrado en 1963 y por tanto sólo se incorporó en la segunda sesión.

Monseñor Bowers, natural de Mahaut, en la isla Dominica, estudió en Estados Unidos y fue consagrado obispo en 1953 por el célebre cardenal norteamericano Francis Spellman, convirtiéndose en el primer obispo negro consagrado allí. Fue obispo en Ghana y en las antillanas Islas Vírgenes, y llegó a Roma para el Concilio con 52 años.

Entre sus compañeros aquel 11 de octubre de 1962 estaba el citado monseñor McNaughton, que tenía 35 años y es hoy, con 85, el más joven del grupo de cuarenta padres que hicieron todo el Concilio.

Algunos de estos obispos, historia viva de la Iglesia son, conscientes de la importancia de su testimonio y en los últimos años han dejado por escrito sus recuerdos y vivencias del Concilio. Entre ellos, el citado monseñor Cáceres o el canadiense Remi Joseph De Roo, quien participó en la primera sesión sólo como obispo designado y no fue consagrado hasta diciembre de 1962.