No es la primera vez que sucede, pero igualmente no deja de tener un aire de novedad y anécdota, con un cierto carácter simbólico. Durante el rezo del Angelus este domingo, Benedicto XVI sonrió divertido al comprobar que las palomas blancas que liberó desde la ventana de su apartamento volaron unos escasos centímetros y se regresaron a su punto de origen.

«Mamma mía!» exclamó el Papa a los dos niños de la Acción Católica de Roma que le acompañaban en la ceremonia de lanzamento de las palomas de la paz desde el apartamento pontificio. «¡Se quieren quedar en la casa del Papa!», dijo un sonriente Benedicto XVI. Como suele pasar casi cada año, el Papa se había dispuesto con cautela a liberar las palomas junto con los dos chiquillos mientras comentaba: «Veamos lo que pasa…».

El último domingo de enero se celebra esta simpática ceremonia en la que los chavales de la Acción Católica de Roma clausuran la «Caravana de la Paz» pidiendo por la paz en el mundo. Con los donativos recogidos este año se financiará un centro alternativo de detención de muchachas menores de edad en La Paz, Bolivia, para que las jóvenes no tengan que estar en la cárcel.



Como se recordará, en enero de 2005 las palomas también hicieron el mismo recorrido pero aquella vez con Juan Pablo II, que ante miles de niños reunidos en la plaza San Pedro, compartieron un momento jocoso cuando las palomas que arrojó se resistieron a dejar las habitaciones pontificias.

En aquella oportunidad, y riéndose, el Papa polaco se mostró determinado a hacer volar a los blancos símbolos de la paz. Él mismo tomó, sonriendo, una de las palomas, mientras un asistente le ayudaba a poner en libertad a la otra. Las aves, que hicieron reír a los asistentes y al Papa, sobrevolaron brevemente la Plaza San Pedro... para finalmente regresar al estudio papal.