El Papa Benedicto XVI ha afirmado que los Reyes Magos de Oriente y, en general, los santos, se han convertido en "constelaciones" de Dios que muestran el camino que debemos seguir, y Cristo es "la verdadera supernova", la estrella de Belén.

El Papa ha indicado además las aptitudes que deben tener los obispos católicos, durante la misa de la Epifanía del Señor en la Basílica de San Pedro del Vaticano, donde ha celebrado la ordenación episcopal de Charles John Brown, arzobispo titular de Aquileia y nuncio apostólico en Irlanda, y Marek Solczynski, arzobispo titular de Cesarea de Mauritania y nuncio en Georgia y Armenia.

"Se ha discutido mucho sobre qué tipo de estrella fue la que guió a los Magos -dijo-. Se piensa en una conjunción de planetas, en una supernova, es decir, una de esas estrellas muy débiles al principio pero que, debido a una explosión interna, produce durante un tiempo inmenso resplandor; en un cometa, y así sucesivamente (...) La gran estrella, la verdadera supernova que nos guía es el mismo Cristo".

"Él es, por decirlo así, la explosión del amor de Dios, que hace brillar en el mundo el enorme resplandor de su corazón. Y podemos añadir: los Magos de Oriente, de los que habla el evangelio de hoy, así como generalmente los santos, se han convertido ellos mismos poco a poco en constelaciones de Dios, que nos muestran el camino", agregó.

Benedicto XVI ha indicado que "en estas personas el contacto con la palabra de Dios ha provocado, por así decirlo, una explosión de luz a través de la cual el resplandor de Dios ilumina nuestro mundo y nos muestra el camino".


"Los santos son estrellas de Dios que dejamos que nos guíen hacia aquel que anhela nuestro ser (...). En las letanías de los santos invocamos a todas estas estrellas de Dios, para que brillen siempre para vosotros y muestren el camino", ha comentado el obispo de Roma.

El Papa ha aseverado además que un obispo debe ser también una de esas estrellas que guíen a los hombres, para lo que han de tener un corazón "inquieto y vigilante", "valiente humildad", así como la capacidad de ir por delante y señalar el camino. El Pontífice ha explicado que esa «inquietud» se refiere al «corazón que no se conforma con nada que no sea Dios, convirtiéndose así en un corazón que ama».